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domingo, 7 de abril de 2013

El Falso Mesías Anunciando La Caída De Sus Secuaces

¿SERÍA ÉL UN HOMBRE BUENO?

Por Juan V Gutiérrez Magallanes

Había gobernado la Urbe con la mano derecha puesta en el corazón y la izquierda oculta para no mirarla, su voz se escuchaba en los confines con el tronar de metales y aires de eufemismo por quienes debían desplazarse para bien de aquellos que arriaban el ganado y sembraban las palmas de la paz, se bañaba en el llanto de quienes ya no podrían sembrar el pan coger de las mañanas, sabía empequeñecer su voz para poder acercarse a los lobos de sus compañeros. 
Tenía el poder de saber dónde se encontraban las tierras más feraces, y así poder extender sus manos para darles el visto bueno de tierras benditas para mejor descendencia, se rodeaba de hombres que señalaban la esperanza de la paz que se daría para esa extensa Población, a través de tronantes metales. Ellos podían matar  con la satisfacción de reunir indulgencias para el bien de la patria que llegaría a ser de unos pocos. 
No importaban los muertos, si con esa acción se justificaba el trabajo de los hombres que protegían  las espaldas del que clamaba la venganza del padre, porque él era el escogido para alcanzar el final de las Once Guerras Civiles que había tenido el país, desde aquellos momentos de la llamada Patria Boba, en que comenzaron a matarse los de la misma Ciudad. 
Se vestía con la indumentaria del Precursor para clamar un centralismo que no sentía, porque dejaba marcado su hacer raizal, tampoco podía emularse con el Nazareno, porque su escogencia no fue entre los humildes, sino entre los que habían sabido timar el bien de la comunidad,  sólo él , parecía estar signado con la verdad por la justicia, contrario a lo que está plasmado en las Santas Escrituras, ya que él llega a contemplar la caída de cada uno de sus seguidores , señalándolos con el dedo de su mano derecha, y calla ante la adversidad de cada uno de sus discípulos, queda perplejo ante el gallo, rasgándose las vestiduras. Aquel gallo no se atreve a cantar por temor a ser eliminado, por medio del pensamiento de quien se cree el Mesías de la Poli. 
Lo acompaña el silencio de su voz, unas veces osa señalar con intrepidez a algunos de sus discípulos, para indicarle el camino que debe seguir, donde le podrán brindar asilo, otras veces para mostrarse como el maestro ofendido, que ha sido desobedecido en el cumplimiento de sus principios, fundamentados en las normas del felino menor, en similitud de la acción que se cumple con las heces: «las inmundicias se ocultan a los ojos de los extraños». 
En los medios de publicidad, predomina el silencio para cuestionar las acciones del maestro, nadie debe osar con preguntas necias, los que no están de acuerdo, se retiran de la Urbe o son retirados al exilio forzado: “Se calla el cantor y comienza a perecer la verdad”. Lo miraban como el omnipresente, aparecía en los lugares más recónditos de la Urbe, con cierta limitación, por quienes han vivido en la insurgencia  y conocían el olor de las mentiras en las palabras del que dirige los destinos de una Urbe. 
Pero conocían la forma como  él seguía a su manera, ciertos designios, que él mismo se apropiaba para establecer similitudes con hechos de naturaleza bíblica, como era el caso del Convite de Baltazar:
“En medio del festín y en la mayor alegría, una
Mano misteriosa apareció de repente sobre la
Pared en frente del rey, trazando estas palabras:Mane, thécel, Fares”.
      
Juan V Gutiérrez M     
Solamente los periodistas encabezados por Daniel, y seguido por Óscar, Héctor, Alfonso, Iván y otros, lograron descifrar el acertijo, ya que sólo ellos encontraban la falsedad del anunciador de la paz en medio de la violencia. 
Continuaron ellos, señalando los entuertos y mentiras, que otros sabían esconder a la vista de los pobladores de aquella Ciudad. El falso Mesías, anunciaba la caída de sus secuaces en pos de un nuevo poder.



               
                                          
                

    

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