Sesenta Días de Gobierno

CREÍAN QUE EL PRESIDENTE ERA UN MAGO

Por Juan Vicente Gutiérrez Magallanes

Este pueblo creyente en el extremo, correspondiente a un país tercermundista, eligió a un Presidente que veían como un «Enviado», o tal vez como un «Mago», recordando a «El Mago de Arjona», de ese pueblo cercano a Cartagena.

La mayoría de los que depositaron el voto a favor de este «Enviado», pensaban que, en sesenta días, acabaría con todos los entuertos existentes de años anteriores, en otras palabras, que alcanzaríamos la paz soñada. Pero no fue así, porque en realidad, este hombre no era ningún «Vidente» con poderes divinos, sino un hombre como cualquier otro, con gran discernimiento sobre la historia de su pueblo y de gran reconocimiento por sus estudios académicos; conocedor de la vida de Nelson Mandela y de José Mujica.

Sus contradictores, pertenecientes a la élite que ha gobernado por muchas décadas con escasos logros, desesperados, prepararon una marcha, para solicitarle al que miraban como un «Mago», la realización de milagros y que detuviera sus afanes para establecer un «Comunismo Tercermundista». A tan solo sesenta días de su posesión, los opositores hacen grandes romerías para que el «Mago» detenga la lluvia que causa vendavales y se elimine el hambre de viejos tiempos.

Con la llegada de este señor a la Presidencia, se han descubierto los «casos más insólitos de corrupción» de años anteriores. Pero el estado de invidencia de los contradictores no les permite mirar la realidad y con falsos argumentos señalan que el culpable de los múltiples perjuicios financieros de corrupción, se deben a este Señor Presidente. En el argot popular, la gente del común que mira con esperanza la gestión del Presidente, dice: «Le han dejado miles de chicharrones, con los cuales puede distribuir colesterol, que, convertido en aceite, puede sustituir a la gasolina».

En la historia de este país, no se conocía la prematura exigencia de una pronta solución de los problemas encontrados por un gobernante.

Todas estas personas de la «Marcha», creían en el poder divino de «El Mago».                                                                                 

Valeriano