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lunes, 21 de noviembre de 2022

Primera Entrega

EL ARTE SIN EL ARTE
TEORÍA DEL ARTE CONTEMPORÁNEO

                             «Sin embargo, Dios habla una y otra vez, pero el hombre no lo percibe»                                                                                                                               Job 33-13

 Por Bruno Elías Maduro Rodríguez

 

PRESENTACIÓN


A quienes se resisten a prescindir del apego y la lealtad con los amigos, al compadrazgo, a la cofradía de la sinceridad y el aprecio, al diálogo y la honradez misteriosa de la palabra que abre el alma de par en par, y nos coloca ante el mundo como seres que podemos ejercer la humanidad y dar aquello de lo que estamos hechos: ese material que nos hace tangibles y sensibles, ese amor que nos hace falta, hoy más que nunca, y que se puede encontrar, aunque escaso, habitando en individuos anónimos que aún hoy encuentran oídos para oír… Apreciamos a esos seres que de una manera inexplicable regalan felicidad, aunque estén en las más terribles condiciones o situaciones que la vida les impone… A los hijos, a la madre, al padre que se fue y hace falta, a ellos dedicamos esta reflexión sobre el espíritu de lo bello. Reflexión que también va dirigida a aquellos que traicionan, y que con su traición se delatan ante nosotros y ante el mundo como lo que no debe hacerse, como lo que no se debe imitar. A esos que con su ingratitud ponen en jaque las riquezas del espíritu humano. A pesar de ello, estamos seguros de que el hombre tiene salvación; a pesar de que al mundo lo gobiernen la maldad y el odio, y sean tan fáciles la animadversión y el aborrecimiento por el otro desconocido; a pesar de que exista ese perverso que hace daño a quienes ni siquiera logra conocer y, sin embargo, condena y perjudica sin causa ni razón; a pesar de todo eso, podemos afirmar que hay una luz al final del túnel. Muchos de los que odian por ideologías, por creencias o por calumnias, repudian a los otros sin haberlos conocido, sin saber de sus vidas ni de sus acciones, simplemente los hacen sus víctimas, empujados tal vez por un impulso irracional, por una fuerza destructora que no tiene explicación; al pervertido, en este sentido, una mera seña basta para caerle a ese otro inocente. El perverso se transforma en una máquina de destrucción. El malévolo detesta sin saber una pizca de su casto congénere, el que, en menos de un segundo, se ha vuelto su víctima. A ese malvado también le dedicamos este trabajo, no para que se deleite, sino para que se revuelque y abandone la destrucción sistemática.

Hoy, por eso, en medio de esa ordinaria multitud siniestra que se ha vuelto común y se multiplica; en medio de esta época que nos está acabando, buscamos lo bello del hombre, escudriñamos aquel lugar donde puede estar el origen del arte y la belleza, indagamos en esa esquina del ser donde están los imaginarios escondidos. Buscamos con ahínco la fuente donde se encuentra la hermosura. Buscamos ese estado sensato del espíritu humano, sobre todo en aquellos individuos que con sus tripas y corazón cargan con la noble creencia de que el tiempo de los hombres aún está repleto de esperanzas, y que, en medio de una gran tormenta y temporada destructiva, como la que está transcurriendo en estos momentos, existen salidas que aguardan por el gran descubrimiento de lo noble en el hombre.

Bruno Elias Maduro Rodriguez
Pero, por último, también dedicamos estas reflexiones a esos seres excepcionales que producen belleza, a esos seres humanos espléndidos, a quienes durante su vida se han dedicado al arte y sus vicisitudes, a esos seres que hoy están creando una antesala vital para la existencia; a esos genios ocultos que están como haciendo cola, como esperando a que se calme la barbarie, dando tiempo a que la catástrofe dé una tregua, dándole tiempo al tiempo para que provenga la escapatoria a la autodestrucción institucionalizada que está en marcha; a esos seres que están buscando una salida que alivie el peso de la vida, dedico este pequeño tratado sobre el arte y la teoría del arte. Por eso, hoy, con ellos, nos acordamos de que la belleza proviene desde el fondo del espíritu, y con ellos, con fuerza de rinoceronte volvemos a conversar de lo esencial del arte, porque sabemos que eso esencial aún no se ha perdido. Aquí, en estas reflexiones, está un abrebocas de esa esencia de vainilla que gira alrededor en un helado, de un vaso con hielo en medio del calor de nuestro Caribe, aquí está para que las degustes, mi hermano lector. Espero tu complicidad en estas nuevas formas de transgresión.

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