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sábado, 5 de marzo de 2022

Ópera Prima de Divisay San Miguel

VOLVER SOBRE LOS AÑOS... Y AL FINAL UNA NOVELA


Por Gilberto Garcia Mercado

La obra de Divisay de Jesús San Miguel Carrascal, «De Una Vida Triste y Dura, a una Gran Victoria En Cristo Jesús» tiene su mérito propio. Quizás no el esperado como una novela que rompiera los cánones de la misma, pero sí como lectura ejemplarizante que necesita conocerse y divulgarse para que esas sombrías vicisitudes que se ciernen sobre el género humano no se repitan y sí lo hacen no produzcan en el afectado decisiones erróneas que contribuyan al fracaso de una mujer, y, por ende, de todos sus descendientes.

Es su primera novela, autobiográfica ella, y como tal bien vale la pena ser leída por un lector acucioso. Que sepa discernir y llorar con la protagonista en las escenas en las que parece venirse abajo ese cielo oscuro y brumoso: las adversidades son el pan de cada día de nuestra abnegada mujer.

¿Cómo soporta nuestra protagonista tanto sufrimiento? La clave, nos dice la escritora, y es reiterativa en eso, «es abandonarse, dejarse guiar todo el tiempo por las manos de Nuestro Señor Jesucristo». Cada frase, cada fragmento de esta novela está untada de sufrimiento, pero también de la victoria cuando el rostro de Dios se enseñorea sobre la mujer, y, esta reclama misericordia: ¿por qué ella tuvo que nacer sin conocer a su padre, en medio de una pobreza acuciante, sin las singulares oportunidades que como derecho inherente a los seres humanos merecemos en una sociedad equilibrada y armoniosa?

«De Una Vida Triste y Dura, a una Gran Victoria En Cristo Jesús», llegó para quedarse en los corazones de quienes la lean. Como historia y argumento estamos ante unas páginas que describen el acontecer de esa cotidianidad colombiana, una época que paradójicamente en la novela no bordea los ataques de los alzados en armas, pareciera que en la novela de Divisay San Miguel la pobreza y el sufrimiento de los personajes novelados fueran la encarnación de la subversión y los narcóticos contemporáneos. Por las páginas de esta ópera prima de la San Miguel Carrascal, la violencia colombiana no se ve por ninguna parte. Se puede sospechar que las vicisitudes de la San Miguel son ese universo entre atmósferas de hija sin padre, la pobreza y el sufrimiento, una forma de exorcizar la guerra fratricida que desde hace más de cincuenta años se ha ensañado en nuestro territorio. ¡No hay una sola mención al Conflicto en sus páginas!

No obstante, estamos ante una novela surgida desde una época que bordea los años sesenta del siglo XIX. Una novela que se puede leer de un tirón, en síntesis, son las travesías de un alma conmovida hasta las lágrimas. Que, ante la eventualidad de la problemática social de aquellos días, ante los obstáculos de pobreza y desolación, se aferra al «Señor de Señores» para finalmente direccionar su vida y edificarla y contribuir a revelar unos sentimientos que necesitan otras criaturas que han tenido el privilegio de salvarse, ser una sobreviviente en este siglo XXI, para la Honra y la Gloria de Dios.

Por último, la San Miguel Carrascal es una mujer común y corriente, pero salvada por el Señor Todopoderoso. Que en su residencia del humilde barrio de Puerta de Hierro puede decir que la vida sin conocer a Dios será de tropiezo en tropiezo, de derrota, de caer y volverse a levantar, pero ahora finalmente tocando el borde del Manto del Señor.

En esta comunidad arraigada en su corazón ella parece levitar sobre Puerta de Hierro y contemplar las escenas de su vida pasada, como si tuviera el poder de ir y volver sobre los años y al final estrechar las manos de Dios. Esta novela es su vida, una novela que bien merece ser leída por los lectores que se coloquen en los zapatos de esta mujer luchadora y victoriosa.










                          

 

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