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lunes, 7 de febrero de 2022

A Propósito de Un Festival

«EN CHAMBACÚ SE ORIGINARON LOS OFICIANTES DEL FRITO»

«Allí estuvieron los ancestros de Dora» 

Por Juan Vicente Gutiérrez Magallanes


Eran los años de mil novecientos cincuenta, dos años antes habían asesinado a Jorge Eliécer Gaitán, lo cual contribuyó en gran manera al inicio de la gran diatriba entre liberales y conservadores, que para nada tenía que ver con lo que se vivía en Chambacú, terreno formado por un semicuadrado de accesorias de cemento. Quince en total que hacían las veces de viviendas en aquel condominio, con un sólo sanitario en el patio, con la cercanía a la orilla del Caño de Juan Angola, colmada de manglares que servían de nidos a muchas aves, entre ellas las mariamulatas, garzas, goleros, tangas y chorlitos. No existía aún la proximidad de las palomas, pero sí grandes alcatraces.

En una de las accesorias del gran «caserón», vivía la familia de Valeriano Magallanes con su esposa Rita y sus tres hijos. Todas las tardes se daba inicio a la ofrenda gastronómica, conformada por buñuelos de frijol, carimañolas, empanadas de carne, arepas de huevo, arepitas de dulce y pequeños chicharrones y algunas veces asaduras (guisos de vísceras de cerdo), aquello se tornaba en un gran altar de la popular gastronomía.

Bajaban del barrio de San Diego muchos ciudadanos a degustar los fritos salidos de las manos de Rita y Valeriano. Era una venta rápida que no duraba seis horas, porque allí podíamos apreciar la voracidad del cartagenero ante la ofrenda de aquellos manjares. Aquella mesa, altar de la gastronomía, duró hasta los años del mil novecientos cincuenta y cinco. Había quedado en el imaginario de los chambaculeros el sabor de los fritos de Valeriano y Rita.

Con el tiempo, una de las señoras cercanas a la familia Magallanes, Doña Gregoria, instaló una mesa de fritos con la misma sazón impregnada por las manos de la señora Rita. Gregoria alcanzó gran prestigio en la elaboración de sus productos que gozaban del aprecio de todos los chambaculeros y de quienes transitaban por allí para dirigirse a Torices, Papayal y el Espinal.

Ella generó una «dinastía de manufactureras de fritos» que hacían de sus mesas altares donde se ofrecían manjares para todos los gustos.

Hoy podemos encontrar en El Festival del Frito la «Dinastía de Gregoria» con el apellido Gómez, descendientes del hijo de Gregoria, Guillermo Gómez, quien cuando niño pregonó los fritos de la madre.

De Chambacú se generaron muchas oficiantes de esos altares gastronómicos, haciendo de los fritos una ofrenda de los dioses Penates para los residentes de la ciudad.

De aquel barrio, se desprenden los orígenes de Dora Gaviria Magallanes, hija de Pabla Magallanes. Es de grata recordación la señora Petrona, quien alternaba con Rita en la elaboración de los fritos, y los pasteles, fruto de las manos de la señora Juana Toro.

Alrededor de Chambacú se instalaban muchas oferentes de las mesas de frito. 
Después de haber asistido a todo aquel esplendor y desarrollo de aquella gastronomía, me asombra cuando en el Festival del Frito establecido en Chambacú, es enorme la asistencia al encuentro con un buñuelo de frijol, una arepita de dulce, una empanada de huevo, una carimañola y todos esos manjares deliciosos salidos de manos receptivas y maravillosas.

Cartagena de Indias, 7 de febrero 2022.

Juan V Gutiérrez M

 

 


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