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domingo, 8 de noviembre de 2020

Calle Pernet y Cogollo

Dos Íconos de la Cultura Cartagenera


Por Juan Vicente Gutiérrez Magallanes


Heriberto Cogollo, Foto de El Universal

En ese barrio legendario de Torices, de casas estilo republicano, donde se guardan secretos de sabores y anécdotas de recordadas tradiciones. En ese barrio, hay un sector que tiene su entrada en la calle Bogotá, por esta parte se asciende a un promontorio llamado Loma del Diamante, poblado de casas de mampostería con grandes ventanales protegidos por calados que permiten el paso de las brisas provenientes del mar.

En la primera parte de la calle, en la mitad de la acera  izquierda, se encuentra una añeja edificación de dos pisos, donde vivió el periodista Alfredo Pernet Morales, quien escribió crónicas de metáforas que se guardaban en el corazón, como lo presenta cuando narra que, en ese su barrio, «…había sido la cuna celestial del Niño Dios, donde todavía se hallaba enterrado el diamante que había sido escondido por uno de los descendientes del cacique Canapote, donde las nubes se dejaban acariciar por el pincel primario de Heriberto Cogollo, en premonición de la pictórica que recorrería el mundo».

Al continuar caminando se dobla a la izquierda y se encuentra el último fragmento de la calle, donde se pueden apreciar las residencias de dos seres que allí dejaron sus improntas: Heriberto Cuadrado Cogollo, pintor, residente en Francia, quien hace la siguiente versión sobre su manifestación pictórica: «Puedo decir en mi caso que la obra, la imagen, es el resultado concreto de la interacción entre el recuerdo de lo que vi, viví y sentí en mi universo cartagenero y lo que aprendí  y desarrollé dentro del universo de la pintura. Del primero, el universo cerrado del Corralito de Piedra y el mar Caribe como horizonte, está poblado de leyendas, historias y mitos, y es como un espejo de sus habitantes, ventanas, balcones, muros, arcadas. Paredes revestidas de pieles superpuestas que el tiempo ha pintado a punta de sol, salitre y humedad. Una realidad que, aunque cruda, se me revela maravillosa. La ternura y el amor incondicional que generosamente me dieron todos los miembros de mi familia y en particular las mujeres de mi familia numerosa…Los cartageneros nos parecemos a nuestra ciudad, revestimos de todos los colores, que como una paleta va del negro al blanco, pasando por todos los tonos inimaginables que la naturaleza puede dar. Colores, mezclas, tonalidades, matices. Mestizo. Mestizo es mi universo caribeño». (Del Libro Cogollo, pág. 59).

El otro fue el señor Jaime Mercado Góngora, distribuidor del cancionero «Perla del Pacífico», un texto de las canciones del momento, de los años sesenta del siglo pasado, aproximadamente, muy popular entre los aficionados de la música tropical: boleros, guarachas, cumbias y otros sones, de aquellos tiempos en que los aficionados participaban en los programas de la Radio Miramar.

Esa calle de la Loma del Diamante que tiene forma de «Ele», donde la primera parte acogió la voz de Alfredo Pernet, desde lo alto del segundo piso de aquel castillete. La otra parte larga y extendida, que desciende en la búsqueda del Paseo de Bolívar, estuvo envuelta en la melodía de las canciones que salían de la Radiola del señor Jaime Mercado, en la que escuchaba los últimos boleros del momento. La calle deja los rumores de la melodía plasmada en los cancioneros de Jaime Mercado y la policromía de la paleta de Cogollo para ir a terminar en las escalinatas que tocan los asomos del Paseo Bolívar, donde está la casa de los sueños del Grandes Ligas Giovani Urshela.

Esa calle con forma de «Ele», lleva por nombre Calle Pernet y Cogollo. En ese promontorio llamado «Loma del Diamante», donde se guarda el tesoro enterrado por el Cacique Canapote. 

Juan Gutiérrez Magallanes

 


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