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jueves, 17 de septiembre de 2020

Vivir en Cartagena

«Aún Poseemos un Privilegio Por Si No Te Has Dado Cuenta»  


Por Juan V Gutiérrez Magallanes


Sin olvidar la encrucijada de la movilidad en los diferentes sectores de Cartagena, ni la poca atención a la Periferia, que vive el sueño tercermundista: «el poder tener la seguridad de la subsistencia sin conciliar el sueño con la desventura del mañana, porque éste es incierto». Aún poseemos un privilegio de los residentes edénicos, tener cerca el mar, donde reside Panacea para aliviar y llegar y sanar cualquier mal que nos aqueje. El Centro Histórico, colmado de baluartes y casas coloniales que se constituyen en monumentos nacionales. Una mesa de fritos, con todas las manifestaciones gastronómicas de las frituras del Caribe antillano, mesas que se constituyen en altares, en el que mujeres de sabias manos ofician sobre la masa de maíz. 

Tal vez eran muy pocos los que manifestaban aquel privilegio de estar en Cartagena como Tomás, quien por las mañanas pasaba por la calle Real del Cabrero, pregonando sus naranjas como las más dulces de la ciudad y, en realidad tenía la razón en aquello que pregonaba, lo que se acentuaba con los comentarios que emitía. 
Se consideraba el ser más dichoso de la ciudad, ya que nunca había salido de Cartagena, él sí quería y amaba la ciudad, además mostraba un signo de nostalgia cuando mencionaba al Caño de Juan Angola, ya que vivía en Torices y, muchos momentos felices de su niñez los había vivido en las aguas del Caño, además de la pesca que hacía con los cordeles de sus tíos. 

Después de vender las naranjas, ya en las tardes se dirigía al Centro Histórico y recorría las calles para contemplar las grandes casas coloniales, esperaba que llegaran las 5:30 pm para dirigirse al malecón de la Punta de la Tenaza, para entonces contemplar el ocaso del sol y quedarse extasiado con la policromía que se presentaba alrededor del Gran Astro. 

Manifestaba que después de contemplar aquello se sentía colmado de un entusiasmo tan maravilloso que lo animaba a continuar viviendo, sintiéndose muy orgulloso de su ciudad. Los sábados en la tarde reunía a los niños de la cuadra, narrándoles la belleza que observaba en sus recorridos y travesías por las calles del Centro Histórico. Su interés lo reclamaban las mansiones con sus balcones colmados de trinitarias. 

Todo aquello en contraste con las calles destapadas de los sectores de la Periferia. Quizás todo aquel ensueño de la ciudad era para nublar «el olvido de su barrio». 

Otro señor que vivía en Cartagena, a pesar de no haber nacido aquí, era Jesús, quien desde muy niño había salido de su pueblo natal para estudiar en esta urbe, donde aprendió su historia con el mayor esmero, generándose en su espíritu un gran amor por la Heroica. Toda aquella enseñanza se hallaba acompañada por la geografía del entorno. 

La estructura de las edificaciones coloniales lo motivaron para estudiar la geografía de España y quedar maravillado por la similitud que encontraba entre Cartagena y otras ciudades de la península. Se convirtió en un investigador de la historia de la ciudad y un escrutador acérrimo del Nomenclátor Cartagenero de Donaldo Bossa Herazo, para resaltar las manifestaciones de orgullo de los pobladores del Centro de Cartagena de Indias, lo que le permitió acrecentar el amor por la urbe, hasta llegar a regocijarse de una manera tan singular que alcanzó a jurar: «Jamás saldré de Cartagena». Se dedicó a escribir, porque el hombre se sentía un privilegiado por vivir en la ciudad amurallada. Y su gran amor lo reflejaba en los siguientes versos: 

Ésta es mi ciudad encantada 
loada por vates y cantores, 
pintada con los pinceles 
de ángeles que se bañan en su mar 

Aromatizada por frutos salidos 
de manos orantes que ofertan 
a seres míticos de las bóvedas 
de Sandiego. 

¡Oh mi ciudad nacida del mar! 
hermana de diosas que aprendieron 
a bailar la cumbia y cantar un bullerengue. 

Aquí encuentro seres que otorgan la risa 
Y ofrecen voces marcadoras de bondad. 

Jesús se preciaba de ser un privilegiado por vivir en Cartagena de Indias, una ciudad escogida por Dios, donde el hombre con exceso de una «aparente libertad», se torna indisciplinado y hace del bien natural un juguete para su destrucción. 

Cartagena de Indias cercada de cuerpos de agua y limitada por el mar de las Antillas, un ecosistema con riquezas naturales expuesto al usufructo de sus pobladores. 

Vivir en Cartagena de Indias es un privilegio, prerrogativa que pasa desapercibida por la mayoría de su gente, lo que se presta para su omisión por muchos gobernantes de la ciudad.  
Reitero: Una mar como Panacea, un Centro con mucha historia y una Mesa de fritos que satisface tus deseos gastronómicos. 
Juan V. Gutiérrez Magallanes

 

 

 

 

  

      

      

          

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