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lunes, 17 de febrero de 2020

Casualidad o Causalidad

      Entre los Afanes
del Manuscrito y,

la Vida Universitaria
Por Gilberto García M 
Una novela de seiscientos treinta y cuatro páginas requiere de un gran esfuerzo y disciplina para escribirla. Sobre todo si es la primera novela de un autor que se enfrenta con los entresijos del género, la estructura del argumento y, la temática que se ajuste a los cánones actuales sobre los cuales descanse una historia que pretende mantener al lector conectado con ese universo de personajes y atmósferas que se correlacionan unos con otros para poder dar a la luz una obra como Casualidad o Causalidad, («una historia que elevará todos tus sentidos»). 
Imaginamos las vicisitudes y sacrificios que significaron para Jeannette A Sánchez L construir el manuscrito alternándolo con su vida de muchacha entre colegios y universidades, para finalmente luego de una última etapa enfrentar el fantasma de la edición.  
Pero ella no se arredró, como no lo hizo cuando aquel sábado en el Taller Yngermina, que dirige el escritor e historiador Joce G. Daniels. G. leyó el primer capítulo de su voluminosa novela y, sábado tras sábado la seguimos escuchando con la admiración de quienes ya no somos tan jóvenes y una generación como la de Jeannette E Sánchez L viene abriéndose camino en la narrativa de Cartagena de Indias y el Caribe.  
He aquí, amable lector, una novela joven. Una novela que respira entusiasmos y ambientes de una época aferrada a casualidad o causalidad, una historia en que se denota el amor y la juventud, la deliciosa pasión de escribir una novela con el telón de fondo de la bahía de Cartagena y, la atrevida pluma de Jeannette A Sánchez L para contarla.
                                       Capítulo 3 (Fragmento)       
                                     Enamorándonos      
Minutos después, solo quedaba la última carta: 
—Que mediante esta línea infinita que nos une con el cielo, puedan llegar mis palabras a ti. Te amare por siempre papá. 
Luego le di un beso a la carta y la dejé irse con las olas.
—Hermosa, ¿crees que tu padre recibe esas cartas? ¿Crees que Dios nos escucha?
—No lo creo, estoy segura.
— ¿Crees que Dios se acuerde de mí?
—Nunca te ha olvidado amor. Siempre te tiene presente.
— ¿Entonces por qué no me muestra que está a mi lado?
—Porque eres tú quien no lo quiere dejar estar. Mira, las personas nos encargamos de alejar a Dios de nuestra vida; sin embargo, Él siempre está para nosotros, aunque creamos que nos ha olvidado. Él te ama y desea que vuelvas a estar a su lado porque no dio su vida por ti para ser ignorado.
— ¿Tú crees?
—Sí, Él desea que le abras las puertas de tu corazón y créeme que perdonará todas las veces que le has fallado y que has ofendido su santísimo nombre.
—¿Crees mucho en Él?
—Sí, sé que me ama. Nunca me ha dejado sola y, por el contrario, tengo más para agradecerle, que para pedirle.
—Ojalá tuviera una relación así con Él, como la que tienes tú.
—Las personas nunca tenemos la misma relación con Dios, porque todos somos distintos, pero todos podemos encontrar la manera de tener nuestra conexión directa con Dios, porque para eso murió: para permitirnos hablarle sin intermediarios.
—Sí, pero a veces es mejor tener a alguien que nos ayude, ¿no crees?
—Claro, porque no todos saben dirigirse a Él.
— ¿A qué crees que se deba eso?
—A la fe que tengas. Nos distanciamos de Dios porque creemos que es culpable de algún dolor que tuvimos que enfrentar o porque creemos que ama más a otros que a nosotros, pero Dios nos ama a todos por igual, ¡Él es afecto a todos! ¡Todos somos sus hijos! Él sufre por cada una de las cosas que hacemos y lo peor es que no puedes evitarlo porque el día que nos dio el libre albedrio nos permitió elegir nuestros caminos, pero la puerta para llegar a Él siempre está abierta. Nosotros somos para Él como las partes del cuerpo humano.
—¿Por qué lo dices?
—Mira, el cuerpo no es un solo miembro, sino muchos. Imagina que el oído dijera ¿Por qué no soy ojo? O si todo el cuerpo fuera oídos ¿Dónde quedaría el olfato? Es lo que les pasa a muchas personas, que desean lo de los demás, pero cada parte está diseñada para cumplir su misión, así mismo somos nosotros: todos estamos aquí por un objetivo, tal como Él lo quiere y todos hacemos un conjunto. Porque si todos fuéramos un solo miembro ¿Dónde estaría el cuerpo humano? ¿Si comprendes? Todos somos necesarios para Él, a todos nos ama por igual y así como sufrimos, Él sufre más, porque no solo sufre un dolor: sufre el de todos los que estamos aquí, incluso aquellos que se niegan a aceptarle en sus vidas. la adquieres en:
https://www.amazon.es/si=stripbooks&rh=p_27%3AJeanette+Alejandra+Sanchez&ref=dp_byline_sr_book_1
                                 
                   Sesión del Taller Yngermina             

 
           

1 comentario:

Jesús Rodríguez dijo...

Excelente artículo, estaré atento a las actualizaciones.
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