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lunes, 30 de enero de 2017

Centenario del Nacimiento de Alfonso Bonilla-Naar

“QUE UNA ENTIDAD DE LA ACADEMIA 
O LA CULTURA LLEVE SU NOMBRE”

           Por Roberto Montes Mathieu 
       
      Alfonso Bonilla-Naar
Alfonso Bonilla-Naar (1916-1978), más que un escritor ignorado es un escritor vilipendiado, porque no se ha querido aceptar en el centro del país que un hombre nacido en el trópico  de nuestra costa Caribe pudiera ser paradigma de una disciplina espartana que le permitía escribir poesías, cuentos, novelas, libros de medicina, hacer periodismo y destacarse como médico cirujano e investigador científico. 
En el mundo de la medicina quedó la impronta de sus hazañas como cirujano. Todavía se comenta el éxito logrado con un trasplante que hizo de la cabeza de un perro a otro, y el caso del mantero a quien salvó la vida a pesar del daño que sufrió en una corraleja cuando le atravesaron el cuello con una garrocha desde un caballo. 
Sus trabajos científicos, de los cuales se contabilizan 345, aparecieron en revistas especializadas nacionales y de Europa y Estados Unidos, y en los libros Elogios Médicos (1950), Libros de referencias de medicina tropical (1950), Precursores de la cirugía en Colombia (1954) y Gastroenterología quirúrgica (1967), entre otros. Perteneció a innumerables sociedades científicas en el mundo y recibió 135 títulos durante su vida profesional, amén de las distinciones literarias. 
Todo eso es este hombre que parecía del Renacimiento, nacido en Cartagena en la misma calle donde llegó al mundo otro poeta grande, Luis Carlos López, un 28 de octubre de hace cien años. 
Cuentista 
Primero publicó Cuentos impresionantes (1959), doce relatos donde la imaginación y el mundo onírico se entrecruzan con sorpresas y enigmas de su oficio de médico. En ellos las coincidencias y las casualidades, lo absurdo y lo ilógico, lo insólito y lo cotidiano se mezclan en un bien logrado ambiente del género fantástico. 
De sus cuentos infantiles, Lucero, también fantástico, fue elegido como el Cuento de Navidad en 1971, grabado en disco tuvo gran acogida, posiblemente fue el primero de un autor colombiano llevado al acetato.
Poeta 
Se inició en la poesía con Campana y nombre (1962), libro de la Extensión Cultural de Bolívar, donde están ya los elementos que van a identificar su poética y definir su estilo sencillo, de rigor formal, que asume las cosas elementales de la vida: la naturaleza, la amistad, el amor y la mujer. Cuarzo (1963), donde “presenta en poemas la autobiografía a la queja de una violeta, de una armadura, de una abeja o de un mendigo, esa extraña flor que pide limosnas en la calle”. Angustia de la luz (1965), que desentraña el alma de las cosas. Canciones para asumir tu vuelo (1966) y Salmos (1971), exaltación al amor y a la mujer con una riqueza de bellas metáforas. Y Antonio José de Sucre, ángel brevemente humano (1974), canto patriótico al héroe de Ayacucho. 
 Novelista
Además de buen poeta y cuentista, Bonilla-Naar se destacó como novelista. Su gran conocimiento del género y su prosa fácil y fluida, permiten al lector asimilar sin complicaciones los temas complejos que trata.  
Viaje sin pasajero (1966), segundo lugar en el V Concurso Nacional de Novela organizado por la Esso en 1965–año en el que hubo un escándalo por el primer premio a una obra anodina–, es una novela moderna (verdaderamente extraña en nuestras letras), intemporal, de gran originalidad, donde el escritor transita los laberintos de la mente humana escarbando en la conciencia con hondas reflexiones sicopatológicas.
Enrique Uribe White, en la contracarátula, la define como onírica, donde “las aberraciones del ente humano, enmarcadas en un solo individuo, que sueña a ser, a turno, los varios momentos que han servido a trágicos y novelistas, de Sófocles a Kafka hasta llegar a Becket, para mostrar el antro que puede ser el ser humano”. 
La segunda es La pezuña del diablo (1970), sobre la inquisición en la colonial Cartagena de Indias, con todos los excesos del Santo Oficio, destacándose el lenguaje ajustado al tema y la época tratados. Recibió el Premio Hispanoamericano en la celebración de los juegos florales de Quetzaltenango, Guatemala. El Premio Nobel de 1967, Miguel Ángel Asturias, escribió: “Estas letras acompañan el original de la magnífica novela La pezuña del diablo, del escritor colombiano Alfonso Bonilla-Naar. Pienso que se trata de un tema lleno de sugerencias, pero conocido, y tratado idénticamente con gran maestría”. Fue llevada a la televisión con Ronald Ayazo y Raquel Ercole en 1983. 
         
        Roberto Montes  Mathieu, Escritor
Extraordinaria personalidad la de Alfonso Bonilla-Naar que, con envidiable rigor y disciplina, la literatura, la medicina y la historia para hacer sus libros y presentar sus trabajos. 
A los cien años de su nacimiento, este ilustre hijo de Cartagena no solo merece todos los honores sino, también, que se reediten y den a conocer sus obras, y por lo menos que una entidad de la academia o la cultura lleve su nombre.



        

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