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domingo, 28 de junio de 2015

BIOGRAFÍA Y CONTEXTO
HISTÓRICO DE SÓFOCLES

                   Por María Antonia Guerra V              
 1. BIOGRAFÍA DE SÓFOCLES (497/6 – 407/6). Nació en Colona, Colono Hípico en Ática. Su padre, Sófilo, hombre de destacada familia, fue armero y se enriqueció con la venta de espadas, durante el período de guerra con los persas, lo que  permitió que le diera una magnífica educación. De casi 2 metros de estatura, voz extraordinaria, hermoso, con mucho talento, vital de corazón y mente, cualidades que conservó hasta su ancianidad. A los 16 años fue seleccionado, por su hermosura, a encabezar el coro de adolescentes que danzó desnudo al ritmo del himno a Apolo, después de la batalla de Salamina (480 a. C.), donde elogió a Esquilo, por su triunfo en esta batalla. 
Se desempeñó como coreuta, corifeo, actor,  dramaturgo,  director y poeta-músico, y ocupó altos cargos, entre ellos: Tesorero de la Liga Ática en el 443 a. de C; y estratega (general), con Pericles en la campaña de Samos en el año 442 o 441 a. de C.  
Sobresalió más por poeta que por guerrero; especialmente se destacó en la comisión de finanzas del Estado al ser nombrado como helenotamia (magistrado financiero) y contribuir en las reformas tributarias acontecidas en la Liga Marítima del Ática, en el año 443/2 a. C. 
Creció en la época de oro de la cultura ateniense, pero a la vez el período más convulsivo (guerras Médicas 490-480 a C y subsiguientes), que despertó a Atenas de su estado de reposo o adormecimiento. Vivió en medio del descontento entre los miembros de la Confederación Ática por el imperialismo ateniense, y además, la rivalidad espartana por la hegemonía, que llevaría a Atenas al enfrentamiento en la guerra del Peloponeso. 
Se identificó de lleno con el pueblo ateniense y logró  mantenerlo siempre a su favor. En su juventud fue recitador, tocó hábilmente la cítara en el papel de Támiris e interpretó la danza de la pelota en Nausica. Sin embargo, pronto abandonó la actuación, seguramente por las exigencias del arte de actor. 
En esa época el teatro no fue una diversión cualquiera, fue el arte social por excelencia, celebración de los mitos de la estirpe y rito religioso en que el actor aparecía como sacerdote. De modo que se daba mucha importancia a la función teatral y a los poetas-dramaturgos, y esta política y quehacer alcanza su mayor auge en el siglo V, con Pericles. 
Sófocles obtuvo 26 veces el 1° premio en los festivales y 40 veces el 2° premio, nunca quedó relegado al 3° agón.  A los 25 años compuso su primera tragedia, y a los 90, la última (Edipo en Colono); para un total aproximado de entre 123 a  130 dramas. Su 1ª victoria que arrebató a Esquilo, fue en el 468 con Triptolemo (desaparecida). Por lo menos ganó unas 18 veces en las fiestas dionisíacas y cerca de unas 6 veces en la Leneas; en todo caso no hay un consenso exacto. También a sus noventa años, su hijo Iofonte le denunció por falta de sentido común e incapaz de administrar los bienes; Sófocles se defendió con la lectura de un coro de Edipo en Colona, obra sobre la que trabajaba. Esto le bastó a los jueces para absolverlo.  
En relación a las temáticas de sus obras, para Sófocles es primordial la comunidad, antes que la persona; pues en ella se centran y concentran los pensamientos. En relación con esto, en la tragedia Edipo formula  una sentencia que podría ser el resumen de toda su sabiduría, y que Garibay cita en la versión de Errandonea: 
«No niegues lo que sabes… sálvate a ti mismo, salva a la ciudad, sálvame  a mí, borra en fin la mancha de ese asesinato. En tus manos estamos;  ayudar a los demás con lo que uno sabe o puede, es el más dulce de los trabajos». (Teatro Helénico 72). 
Garibay también destaca que el lema que rige la obra de Sófocles, y que nunca ha perdido vigencia, bien pudiera ser: «Un hombre es para todos: la obra más bella es la entrega de lo que tiene o puede a los otros. No la dominadora potencia de uno, sino la justicia es la que se impone». (Tea. Hel. 72). 
Palabras encontradas en un diálogo entre Edipo y Creonte, en la misma versión de Errandonea. Significativas porque son a manera de un grito en contra del totalitarismo de todos los tiempos y de todas las formas. 
Las innovaciones que introduce Sófocles a la tragedia son: a) la introducción del protagonista; b) la reducción de la parte coral en beneficio de un mayor diálogo y de los rasgos psicológicos de los personajes; logrando, en éstos, un perfil más idealista y humano; c) total renovación de la escenografía en cuanto al decorado y al aumento del recurso de las máquinas; d) libera a la trilogía del argumento unitario, y suprime la trilogía enlazada, lo que lo lleva a concentrar más la acción y el perfil de los caracteres en cada una de las tres obras independientes. 
En su tragedia Antígona, Sófocles, combina el tema del respeto hacia los dioses con la admiración de la capacidad humana, y la mesura que debe tener quien maneja el Estado. También, propone que el hombre puede ser el autor de su propio destino; es libre de actuar acorde con las leyes positivas o siguiendo las leyes dictadas por la naturaleza; ello puede conducir a la situación trágica de Antígona, que con su muerte sale victoriosa ante las normas profanas del rey tirano, Creonte. Garibay corrobora lo dicho: «En Sófocles domina la voluntad humana sobre el destino: es netamente humano». (Esquilo. Las siete tragedias). 
En Edipo rey, en él pesa la maldición contra los Labdácidas y aunque Edipo es inocente, cometió actos graves como matar al padre y casarse con su madre, sin saberlo, lo que atrae la cólera divina en forma de peste sobre Tebas; sin embargo está dotado de libre albedrío, poder humano que le permite consentir  o no en el ejercicio de los designios divinos. Y es que en esta época, hay un avance de irreligiosidad en los círculos cultos y políticos de Atenas; Sófocles no puede impedir el descrédito a la religión oficial.  
Casi contemporáneos con Sófocles, están dos grandes trágicos: Esquilo y Eurípides. a) Esquilo (525-4 - 456-5). Llamado padre de la tragedia. En sus dramas no hay casi acción.  M. López Díaz parafrasea a Lasso de la Vega, acerca de que la tragedia esquílea «es con frecuencia nada más que un lamento, un clamor y  grito del hombre, puros sollozos con los que el poeta sabe  hacer cantos inmortales». (Tragedia 3). Para Esquilo, la justicia de Zeus (igual a destino),  juzga la  soberbia (hybris) de los hombres en estado de libre albedrío, y a través de su acción culposa de dolor y sufrimiento, para expiar sus culpas, los conduce al conocimiento y a la comprensión, una forma de catarsis; y es así que en este relacionar el concepto del bien y del mal con el premio o castigo de los dioses, se percibe que la severidad de la religión es la misma que la del arte. 
Generalmente, en Esquilo predomina el destino (Zeus) avasallador, implacable, que no se puede eludir. Su exaltación es más lírica que dramática. López evoca el pensamiento de Lesky cuando dice: «Al final hay una conciliación de los poderes en lucha, un equilibrio entre los dos contendientes». (Tragedia 3). 
Sófocles se diferencia de Esquilo, por la naturaleza de sus concepciones religiosas. La justicia de los dioses existe pero escapa a veces a la razón del ser humano. El virtuoso puede ser infeliz y el inocente perseguido; la resignación existe.  La culpa no está en el acto sino en la intencionalidad. 
Esquilo es sublime, grave y grandilocuente, más mesurado que Eurípides. El lenguaje de Sófocles es más sencillo, menos lírico. Esquilo plantea que el hombre es víctima de su destino, aún más allá de su muerte; en Sófocles, el hombre es víctima, pero puede torcer su destino a través de la enmienda (actitud pre-cristiana). 
b) Eurípides, posterior a Sófocles, es un racionalista; critica a los dioses; se pregunta por qué éstos destruyen a los hombres. Apoya sus personajes sobre la razón, que todo lo mueve. En su obra desacredita al Olimpo. Su imaginación es más risueña y está regida por la inteligencia, es más lírico que dramático. Es una época en que Atenas declina y la tragedia refleja la crisis del tiempo. Por otro lado, los filósofos interrogan a los dioses y con la razón los hacen pedazos. 
De Sófocles se conservan siete tragedias representadas, quizá en los años: Ayax o Ayante (se cree es la más antigua),  Antígona (441, que no forma trilogía con las de Edipo)  Traquínias, Edipo Rey (430 o 425), Filoctetes y Electra (428, ya muy anciano Sófocles) y  Edipo en Colono (401, por iniciativa de Sófocles, dramaturgo y nieto de Sófocles).  El célebre poeta y dramaturgo fallece a los noventa años de edad, durante una representación de Antígona. 
2.CONTEXTO HISTÓRICO DE SÓFOCLES. Bajo el gobierno de Pericles se desarrollan las artes, la filosofía, el pensamiento–que será base de la cultura occidental—a través de hombres como Sócrates, Platón, Fidias, Anaxágoras, Fidias, Mirón, Praxítiles y otros más. Es la época del teatro clásico con los tres grandes trágicos: Esquilo, Sófocles y Eurípides. 
Se brindaba una formación a varones aristocráticos, para moldearles un carácter realmente humano. Es así que en la tragedia sofoclea se trata mucho el aspecto humano. Aprendían matemática, retórica, poesía, gramática y gimnasia, generalmente. Tenían su reglamento ético que apuntaba al ideal humano; al cultivo de las virtudes, como la moderación (sophrosyne), la prudencia, la reflexión; planteado todo esto en Antígona y otras tragedias. 
Se conservaba un respeto a las divinidades oficiales, a quienes se veneraban con majestuosos templos, como El Parthenón; con preces, sacrificios y ofrendas. 
Ya, entre la ciudad amurallada y el campo se ha establecido una relación, no de contraposición como en el pasado, sino de integración, dando como resultado la polis y sus límites son la de toda la región. Es un modelo de organización territorial sin igual en el mundo antiguo. Además, hay una expansión por el mar mediterráneo. 
Lo anterior motiva a los ciudadanos a que participen en los diferentes aspectos de la vida social: fiestas religiosas, reuniones de los iniciados, cultos a divinidades, banquetes de las heterías donde participaban miembros de la misma clase política—, y otras ceremonias. 
En este Período Clásico, 500-338 a. de C., tienen lugar las guerras médicas; atenienses  y espartanos combaten contra los persas durante el período: 490 al 479; al final los griegos salen victoriosos; también sucede la guerra del Peloponeso, con el objeto de adueñarse de la Hélade, en la que los griegos pierden. 
En la sociedad griega las mujeres representaban sujetos morales; podían opinar, en el sentido de su libertad y responsabilidad moral. Antígona, es un ejemplo peculiar de ello; es una mujer investida de gran poder moral. Ya que, para ellos, no es la carencia de obligación la esencia de la libertad; sino, por el contrario, la moralidad se funda en la obligación. Lo que había que distinguir es la fuente. La misión de la mujer consistía en realizarse en el matrimonio, tener hijos. De la sujeción del padre pasaba al dominio del esposo, en una sociedad patriarcal. 
Su participación en lo cívico se daba sólo a través del matrimonio. Se encontraba excluida en los aspectos cotidiano y jurídico. Por la misma razón que los niños, extranjeros y los esclavos que permanecían al margen de la comunidad sin derechos, pero utilizados por ser  indispensables para asegurar la reproducción. 
Los griegos daban mucha importancia a la racionalidad. Estaban sujetos a la ley religiosa y civil; y se esperaba que fueran leales tanto a  los valores tradicionales vigentes (arcaicos) como a nuevos valores (clásicos). Aurelio Arteta ha dicho de Sófocles que «pertenece por su mundo de valores más a la Época Arcaica que a la Época Clásica en que cronológicamente le tocó vivir, y que, por ello mismo deja traslucir en más de una ocasión puntos de vista enfrentados». (17). 
La época arcaica finaliza en la época de la poeta lírica, Safo. Es la declinación de la sociedad aristocrática y viene abriéndose paso el imperialismo. En este período, hubo una  revisión rigurosa de creencias y una reconceptualización de valores, por estudios «científicos» que contribuyen a la explicación de fenómenos antes incomprendidos. Existen nociones y principios claros, tanto para el plano divino como para  el humano y al hombre le corresponde acatar todos esos principios para su propio bien. 
En cuanto a  normas universales e imperecederas están las «no escritas», o leyes de los antepasados: divinas o naturales. Los sofistas (Siglo V),  hacían rechazos sobre estas nociones. Pero los griegos, y por ende Sófocles, respetaban estos principios sacros que constituían un orden divino: «[…] venerar a los dioses, respetar a los miembros de la familia, a los extranjeros y huéspedes, enterrar a los muertos familiares, no incurrir en hybris abusando del débil y otras por el estilo» (Arteta 20). Y los que no los respetaban se atenían al recibo de un castigo inmediato; la fe es creer sin experimentar. En cuanto al destino, éste procedía de los dioses. La vigencia de estos conceptos continuó hasta  los Siglos V y IV. 
Imágenes del mundo griego y sus conflictos se plasmaban en las tragedias. Sófocles,  en Antígona, ofrece varias lecturas, pero: «Su lectura más profunda, sin embargo, es de índole religiosa: se trata, ante todo, de dilucidar ‘si el Estado puede aspirar a tener la última palabra o si  también él debe respetar las leyes que no han tenido origen en él y que, por tanto, quedarían por siempre sustraídas a su intervención (Arteta 47). Y agrega que Sófocles resuelve el dilema, pues hay leyes más universales, más consolidadas que las del Estado.
En cuanto a los espacios públicos, J. Bañuls sostiene:
La vida de la polis griega discurre en estos tres escenarios públicos […] Que corresponden a tres niveles de la acción política: el Ágora espacio para la Asamblea de los demos, la asamblea del pueblo, la Acrópolis, espacio sagrado común, el Theatron, espacio para la representación lógica de la polis. (La Tragedia en Sófocles 30).
Es en el siglo V,  en Atenas, donde tiene  lugar el florecimiento y desarrollo celéreo del teatro, el cual se convirtió en uno de los modos de expresión más característicos de la ciudad. Con funciones didácticas, de entretenimiento y religioso. Por otro lado las obras dan entrada a personajes femeninos, desempeñados por varones, concediéndole a la mujer sitiales de honor, tales son los ejemplos de las hijas de Dánao en Las Suplicantes, Deyanira en Las Traquinias y Antígona en la obra homónima, entre otras. 

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