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lunes, 8 de junio de 2015

           136 Años del natalicio del poeta                
       Luis Carlos López, Amargo y festivo*             
         Por Rafael E Yepes Blanquicett              
        

A sabiendas de que es muy aventurero analizar la obra de un escritor partiendo del supuesto de que ésta es el reflejo de su vida, señalaremos los aspectos más interesantes de la simpática y contradictoria vida de López, no para asimilar el autor al narrador poético, sino para apreciar mejor la ironía y el humor negro característico de su poesía, lo mismo que su rebeldía y desilusión, facetas contrapuestas de su visión carnavalesca del mundo. 
Nacido un 11 de junio de 1879, Luis Carlos Bernabé del Monte Carmelo, era hijo de Bernardo López Besada y Concepción Escauriaza, perteneciente a la rancia burguesía «desaliñada» del  Corralito de Piedra. Sus primeras letras las aprendió con las señoritas Julia Maciá y Julieta Navarro. De niño, López rompía las cartillas de lectura porque no podía leer como sus compañeros de clase, debido a su defecto visual y del cual nadie parecía darse cuenta. Ya con anteojos, prosigue sus estudios de bachillerato en el Colegio de la Esperanza  y en el Araújo, al tiempo que recibía clases de pintura y dibujo en la Escuela de Bellas Artes.  

La Universidad de Cartagena le otorga el título de bachiller e inmediatamente ingresa a la Facultad de Medicina, estudios que interrumpe debido a la Guerra de los Mil Días; el joven estudiante pretende vincularse a las guerrillas liberales del general Rafael Uribe Uribe, fracasando en su intento al ser sorprendido y detenido por el ejército, dándole la ciudad por cárcel.

Finalizado el conflicto, es enviado por su padre a Bogotá en viaje de negocios, regresando en 1909 para contraer matrimonio con Aura María Cowan Tono, quien le dio tres hijos: Bruno, Marina y Carlos José.

Instalado en Cartagena, se pone al frente de los negocios de su padre y convierte sus ratos de ocio en tertulias literarias.
Su primer libro, De mi villorrio (Madrid, 1908), fue publicado en España, lo mismo que el tercero, Varios a varios (Madrid, 1910). El segundo y el cuarto y último, fueron editados en Colombia: Posturas Difíciles (Bogotá, 1909) y Por el atajo (Cartagena, 1920), reeditado en la misma ciudad en 1928. 
El Joven Poeta Luis Carlos López
Hacia el año 1913, «Luiscé», como lo llamaban sus íntimos, realiza su primera y única incursión en la política: se lanza como candidato a la Cámara de Representantes por el Republicanismo, siendo elegido por voto popular pero derrotado por el fraude de la maquinaria política conservadora. Desilusionado, se dedica al periodismo y colabora con las revistas Líneas, Rojo y Azul y La Juventud. 
En 1915 funda un insólito periódico bilingüe que sólo subsiste durante un año y medio, dado su carácter radical: La Unión Comercial, a través del cual promueve debates de tipo económico y social y también de temas culturales. En 1920 colabora con el diario La Patria, dirigido por su hermano Domingo López Escauriaza, años más tarde Director-Fundador de El Universal. 
En sólo dos oportunidades, «El Tuerto» López, quien en realidad no era tuerto sino apenas bizco, salió del país: en 1928 es nombrado cónsul de Colombia en Munich y en 1937 ejerce la misma posición en Baltimore hasta 1944. Entre estas dos épocas dirige la Biblioteca Fernández de Madrid de Cartagena y la Imprenta Departamental de Bolívar. Son los años dorados de la tertulia de El Bodegón. 
Acerca de la sosegada y pintoresca vida de Luis Carlos López y de su personalidad, Guillermo Alberto Arévalo escribe: «Su vida (como su obra) fue plena de contradicciones: ‘La sonrisa en la cara y la pistola Colt en el bolsillo’ decía que era su habitual actitud. Romántico e irónico, poeta y comerciante, autor de una obra llena de picardía pero burgués «a cordel», tal y como lo recuerdan en Cartagena, rebelde pero desilusionado y, hasta cierto punto, asimilado al orden que motivaba su rebeldía intelectual»15.   
Fallece en Cartagena, su adorado villorrio, el 31 de Octubre de 1950, a la edad de 71 años. 
Luego de su muerte,  muchas han sido  las evocaciones y semblanzas sobre el «Tuerto» López, a quien se le conoce más como «El poeta de los zapatos viejos», gracias al monumento que tantos colombianos han visitado en su bien amado terruño, al pié del cual está grabado el facsímil de «A mi ciudad nativa», quizás la más difundida de sus creaciones.  
Una nota juvenil de Gabriel García Márquez, firmada con el seudónimo de «Séptimus» en la columna «La Jirafa» de El Heraldo  de Barranquilla, así lo recuerda al día siguiente de su muerte: «Una de las condiciones para haber conocido personalmente  a  Luis Carlos López,  era tener por lo menos treinta años. A quienes llegamos tardíamente a esa edad se nos hablaba de él como de una reliquia histórica, de cuya  existencia real hubiera podido dudarse, si no anduvieran sueltos por las calles de la ciudad amurallada sus versos y su hijo Bruno».16  
Después de más de medio siglo, se sigue hablando de «El Tuerto», como si fuera ayer. Veamos algunos de los más recientes comentarios. 
Fabio Morón Díaz, en un fragmento de su conferencia titulada «Luis Carlos López y la poesía moderna»,  explica que: «Para tener una mejor comprensión de la personalidad de Luis Carlos López hay que situarlo en la Cartagena de Indias donde desarrolló su parábola vital. La Cartagena de principios de siglo era una ciudad pequeña de más o menos treinta mil habitantes, como lo apuntan los exégetas de su obra. (…) Un villorrio, como dijo su poeta, que ni siquiera tuvo la capacidad de comprenderlo. (…) Hay un soneto de Luis Carlos López que retrata magistralmente esta situación y que recoge su protesta cuando se ve obligado a clausurar su revista Líneas, se llama Mi burgo y en él se lamenta de su ‘Pobre tierra, caduca tierra que tanto quiero’. Pero también, en contraste con esta actitud, qué amor por su ciudad demostró siempre el poeta de la sátira incorregible. Así se percibe en  su soneto Adiós, cuando lo nombran cónsul en Munich».17 
Juan Dáger Nieto, en un  extenso artículo periodístico publicado en El Universal de Cartagena, lo recuerda así: «Luis Carlos López fue el caricaturista en verso, el bocetador en verso. No fue fotógrafo sino pintor, dando al color que empleó una valoración única e inusitada antes en la poesía, en la literatura. Su color dejó de ser rojo, azul, amarillo, y, así sucesivamente, creó un nuevo matiz en él. Precisó su natural inclinación a la pintura estudiando y practicando dibujo y pintura en la escuela de Bellas Artes de Cartagena».18 
Por último, Hortensia Naizara Rodríguez lo considera como un «Visionario de la literatura hispanoamericana» y anota lo siguiente: «La importancia de la obra de Luis Carlos López no sólo se centra en la cantidad de seguidores en Hispanoamérica y en la influencia que ejerció sobre los escritores contemporáneos, sino también en el cultivo de una poesía satírica lograda, que cuestiona los preceptos de la poesía dominante del momento. Sus textos están libres de artificialidad y hermetismo y en realidad pueden dibujar y describir la historia de la época de una Cartagena amparada por los desatinos de los descendientes de los virreyes y sostenida en unos códigos de valores que no permiten la sátira y el buen sentido del humor en la literatura».19  
Esta ha sido, grosso modo, nuestra reseña de la vida y milagros de uno de los más connotados representantes de la literatura colombiana e hispanoamericana, quien todavía está en mora de ser reconocido y valorado plenamente. La poesía de Luis Carlos López nos presenta su posición ante la historia nacional, con sus calles, personajes del pueblo, figurones, políticos,  mitos establecidos y nacientes, en una ciudad que apenas se asomaba al mundo. 
CITAS: 
15 Cita tomada de la colección de biografías Forjadores de Colombia Contemporánea, a cargo de Carlos Perozo, Bogotá, Planeta, 1986.                 
16 García Márquez, Gabriel, «A Luis Carlos López, con veinte años de muerte», El Heraldo, Barranquilla, 1º de nov. de 1950, p. 3.    
17 Morón Díaz, Fabio, «Luis Carlos López y la poesía moderna», El Universal Dominical, Cartagena, 18 de junio de 2002, p. 4. 
18 Nieto Dáger, Juan,   «Luis Carlos López: dibujante y pintor», El Universal Dominical,  Cartagena, 27 de enero de 2002, p. p. 4-5.  
19 Naizara Rodríguez, Hortensia, “Luis Carlos López, visionario de la antiliteratura hispanoamericana”, El Universal Dominical, Cartagena, 6          de junio de 2004, p. 6. 
*Este texto forma parte del capítulo 4 de «El carácter carnavalesco de la poesía de Luis Carlos López», ganador del Primer Puesto en el Primer Premio Literario «Escribe Caribe» 2008, en la modalidad de ensayo, auspiciado por la editorial Ediciones Pluma de Mompox, el cual aún estamos esperando por recibir.    
Rafael E Yepes Blanquicett

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