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lunes, 5 de enero de 2015

Del síndrome hubris o la enfermedad por el poder
REYEZUELO, FASCISTA Y NEONAZI…

                                             «Nada es tan común como el deseo de querer ser extraordinario»
                                                                                                             William Shakespeare
   
Por Rafael E Yepes Blanquicett
La historia da cuenta, a través de los tiempos, de cómo muchas figuras políticas de derecha o de izquierda han pretendido convertirse en reyes, dioses o semidioses de sus comunidades, regiones o países, granjeándose la simpatía y la popularidad entre sus electores, bien sea por medio de maniobras engañosas que manipulan la conciencia de los ciudadanos o valiéndose de la desesperación de la gente ante situaciones conflictivas que llevan varios años sin ser solucionadas, guiados, además, por sentimientos religiosos o nacionalistas que encaminan a las personas a creerse superiores a los demás. 
 
Así sucedió, por ejemplo, en la Alemania de los años veinte y treinta cuando todavía estaba viva entre los teutones la humillante derrota sufrida en la Primera Guerra Mundial, y el sueño de llegar a ser la primera potencia del mundo era el deseo de todo un pueblo acostumbrado por sus dirigentes políticos a querer ser extraordinarios, tal y como lo manifestara Shakespeare en una de sus máximas más famosas:  
«Nada es tan común como el deseo de querer ser extraordinario».
 
En nuestro país, guardadas las proporciones de espacio y tiempo, está ocurriendo lo mismo que en la Alemania pre-nazi, cuando Adolfo Hitler se aprovechó de dichas circunstancias para crear su propio partido político, el Partido Nazi, que lo llevó al poder, lo endiosó y lo convirtió en el más temible Dictador de todos los tiempos de la Europa Moderna.
 
Amado por muchos y odiado por otros, Hitler es recordado por sus atrocidades contra el pueblo judío, los liberales, los comunistas y contra todo aquél que se opusiera al ideario de superioridad de la raza aria católica, preconizado por el nacionalsocialismo o nazismo, con fundamento en la teoría del «Superhombre» de Federico Nietzsche. 
 
En Colombia, hay un político de extrema derecha que sueña con ser «El Mesías Salvador» de los colombianos, «el Santo Redentor» que sacará al país del «callejón sin salida» en el que se encuentra, convirtiéndose en un reyezuelo al mejor estilo hitleriano.
 
Comenzó por ser un disidente del partido que lo llevó por primera vez al Senado, creando un movimiento nacionalista que logró que lo eligieran Presidente por primera vez y que lo reeligieran para un segundo mandato cambiando el artículo 197 de la Constitución que prohibía la reelección presidencial. 
Al no lograr un tercer gobierno, gracias a que la Corte Constitucional impidió que se reformara de nuevo nuestra carta de navegación, convirtió el movimiento que lo respaldó durante los ocho años de su gobierno en un partido político de extrema derecha radical que lo llevó al Senado por segunda vez con el propósito de cambiar de nuevo la Carta Magna para reelegirse presidente-dictador-vitalicio o al menos, hasta acabar a la fuerza con las Farc, el movimiento sindical de izquierda, revivir la Constitución de 1886, el Concordato con la Santa Sede, elevar a la categoría de militares a los paracos-bacrims y exterminar a todos los partidos, movimientos y personas que se le opongan, tal y como lo hizo el Dictador de marras en su momento.
 
Se necesita, pues, de una fuerte decisión de todos los partidos y movimientos políticos moderados, de centro y de izquierda, de los intelectuales librepensadores y de toda la gente que no quiere que esto ocurra, de apoyar el proceso de paz del Gobierno Nacional para evitar que el país se polarice más de lo que está y se desangre en una guerra fratricida que termine en un Holocausto similar al que sucedió en la Alemania nazi.
 

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