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miércoles, 16 de abril de 2014

DE LOS CONTRASTES RELIGIOSOS...

Semana Santa de hace 50 años 
Vs Semana Santa de Hoy

Por Orlando Periñán Lombana                
Las procesiones de Semana Santa...
A los de mi generación trae recuerdos gratos la Semana Santa, en los barrios tradicionales  de Getsemaní y Pie del Cerro, en donde pasé  la mayor parte de  mi adolescencia. 
Además de conmemorarse la muerte y resurrección de Nuestro Señor Jesucristo, la Semana Santa sirve para renovar las fuerzas espirituales y acercarnos más a Dios.  
Para que Él nos ilumine y ayude a enfrentar los desafíos de la vida. 
En la época medieval Europa fue gobernada por el régimen dogmático de la Iglesia Católica, oponiéndose a la libertad de pensamientos y persiguiendo a los científicos. 
Cualquiera podía ser castigado por el Tribunal de la Santa Inquisición, simplemente por tener creencias o religiones distintas. Por tal razón los libros fueron quemados y muchos científicos ejecutados. 
Actos por los cuales la Iglesia pidió y aún sigue pidiendo perdón. 
Estas humildes disquisiciones no van enfocadas a crear polémicas entre lo religioso, lo espiritual y lo científico o entre creyentes y escépticos, sino evidenciar una sana convivencia que debe primar no solo en esta Semana de Reflexión y Recogimiento, sino en toda nuestra existencia. 
Claro está, dentro del marco del respeto mutuo por estas o aquellas creencias o religiones. 
La Semana Santa ha cambiado mucho en los últimos 50 años. 
Algunas de las costumbres de los años 50s, 60s y 70s han desaparecido totalmente. Pero seguro que habéis oído a nuestros padres o abuelos hablar siempre de las «comelonas comunitarias», al lector ubicado en esos años se le alumbrará la memoria, viendo las cruzaderas de platos entre vecinos, los famosos menús de «arroz de frijolito», «salpicón de bagre salado» y la famosa ensalada de remolacha, más conocida como «ensalada de payasos». 
Así que, eso de comer mucho en Semana Santa, no es nada nuevo, ya que hasta la Iglesia avalaba la práctica. 
En las  Semanas Santas antiquísimas, se iba a casa del señor cura, a comprar La Bula. 
Había una variedad o menús de bulas, todas concebidas por el Papa de Roma: la de la Santa Cruzada, la de la Carne, la de Composición. 
La Iglesia concedía diversas gracias e indulgencias a sus fieles. 
Pero hace ya muchos años un Papa abolió estos negociables privilegios. 
Imagínense, las personas que adquirían La Bula, quedaban exentas de tal prohibición, con excepción del Miércoles de Cenizas y el Viernes Santo. Se expedía un documento a nombre de la persona que adquiría La Bula, previo pago de un dinero.
El documento estaba firmado nada menos que por el Papa de Roma, que era el que concedía tales licencias. 
Ahora bien, los Viernes de Cuaresma, el menú en la mayoría de los hogares consistía en comer «potaje con bacalao», el mismo que aparece en el frasco de Emulsión de Scott. 
Claro que ahora y siempre a los ricos les daba igual la prohibición, pues ellos podían permitirse comer buenos pescados, incluyendo los mariscos como sustitutos de la carne en esos días prohibidos. 
Las familias cada año escogen dónde pasar las vacaciones de Semana Santa; del ramillete de opciones ofrecido por la sociedad de consumo, donde el aval solo lo pone «el dios dinero» cantante y sonante…      

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