Porque el poeta no se olvida, el poeta nunca muere... |
Tríptico de La Ausencia*
A Armando
Orozco Tovar
Con ocasión a
su muerte
Y la
resurrección de su luz
Por José Ramón Mercado
I
Afuera la muerte rondaba su vida inerte Dentro
El tiempo enredaba las horas mustias
Precipitaba el abismo
El suplicio de la metáfora
La agonía del silencio
¿Era otoño o primavera? ¿Venía de lejos?
¿Traía un perfil seguro? ¿La luz remisa?
Solo el esparavel de la poesía
El sol agonizante de la memoria
La elongación de las palabras muertas
Los recuerdos macerados el ánfora del poema
Los papeles adosados ante el fuego
La ficción ilusa la
demencia del alma que fluía
El olvido que murmura lo irremediable de la luz
Lo inconcluso lo
trivial los afanes dementes
Todo lo arrastra el río de la muerte perpetua
El tiempo horadado de los sueños
Los naufragios sonámbulos al sur del verano
El holocausto de los sueños en el cosmos
Afuera pasaba
la muerte sin regreso
Caballos sedientos cabalgando desbocados
El río de los siglos sobre las aguas
De la muerte
Isabel dice que aún él oía el silencio
De la poesía
II
Afuera la muerte rondaba su vida inerte
Había nudos de delirio y de silencio
en el viento
Cansancio en los ojos oceánicos
Que lo han visto todo
La ilusión infinita la
tórrida muerte empedernida
Nada ha escapado a sus sueños perpetuos
La muerte siempre nos muda de mansión
A
un jardín de leyendas
Donde solo existen cielos de exilios
Precipicios de silencio ostensibles
III
Queda una voz de aliento en el aire manso
Aunque se quiebra el
silencio
Se oyen los pasos derrumbados
En el más crudo recuerdo
-Hasta el recuerdo se olvida-
¿Qué queda entonces de las horas mustias?
¿Una fuga atropellada de los labios?
¿Un laberinto ofuscado de sueños retraídos?
¿Las grietas de alguna ciudad del mundo?
Las consagraciones íntimas del alma asoman
Como el resplandor de la niebla
Como luces antípodas que regresan
En medio de la poesía difusa que no muere
José Ramón
Mercado, el poeta
Enero
25-febrero 6 de 2017
Poema
consagrado a la muerte del poeta Armando Orozco Tovar