El profesor era la autoridad y punto
Lic. Orlando Periñán Lombana
Es una insensatez identificar a la Autoridad con cualquier tipo o forma de violencia.
En la familia, comunidad y ciudad, siempre hay alguien que debe ejercerla, pero sin el equívoco de creer que porque más se grita o golpea fuerte en la mesa, al promotor se le tiene que otorgar ese derecho.
Ahora, lo contrario de lo anterior, sería el buen carácter, que fácilmente se identifica en las personas, por su buen sentido del humor, responsabilidad, paciencia y mucha calma interior, o sea, ser un verdadero hijo de Dios ante sus semejantes.
Cuando se logra cumplir lo ordenado a través de la buena autoridad, de inmediato aparece en el ambiente, la paz, situación que no se atribuye por haber levantado la voz, sino por haber trasmitido en buen tono el mensaje.
Los que saben usar bien “el don de mando”, tienen la capacidad de solucionar problemas, poseen un gran poder de convocatoria e influyen en los demás con sus discursos, que al momento lo irradian por los poros situándolos por encima de quienes se dejan llevar por la ira insana, en cambio en su trajinar, los personajes que se abandonan o bajan la guardia ante el enojo, sobreviven a base de gritos, insultos, puños cerrados, ceños fruncidos y ansias de venganza.
Orlando Periñán Lombana |
Siempre recuerdo cuando estudiante lo que reflejaba ante nosotros la figura del profesor Luis Guillermo Fragoso Diazgranado, quien al estar frente al estudiantado impartiendo órdenes y aplicaciones al reglamento del colegio La Esperanza, era algo impresionante. Por esa sencilla razón, para “los esperancistas” cuando en el salón de clases aparecía el profesor Fragoso, llegaba la autoridad y punto…
Ahora, por lo que veo en mis nietos y bisnietos, no distingo en el horizonte, ninguna autoridad comparable con la de nuestro querido profesor Fragoso, quien Dios nos ha dado la dicha de tenerlo aún con nosotros.
¡Qué tiempos aquellos!
Para finalizar, reitero, que es una insensatez el identificar la autoridad, con la arrogancia, desafíos y violencia que practique el personaje de turno, en el entorno en que se mueve.