DE UNA ESTIRPE DISMINUÍDA...
Por Juan Vicente Gutiérrez Magallanes
En Cartagena, más propiamente en el Cabrero, se halla la Calle Real, porque en esta ciudad acogedora, hay calles con ese calificativo, en recordación a su pasado colonial y a la añoranza virreinal.
La Ermita de El Cabrero Pues bien, en la calle Real del Cabrero, vivió a finales del siglo XIX, Rafael Núñez Moledo, el cual fue presidente de Colombia por cuatro períodos, a quien le gustaba gobernar, desde su casa solariega del Cabrero, hoy, «Casa Museo Rafael Núñez».El Doctor Núñez ideó y construyó una Ermita, para que su esposa tuviera un lugar cercano dónde pudiera orar, sin tener que ir al Centro Amurallado. Hoy, constituida en Iglesia, allí se reúnen los cabreranos a orar por el bien de la ciudad y la calma del mar Caribe. Una que otra vez se presencia en la zona la celebración de algún matrimonio de novios del interior del país. Esa calle, en tiempos pasados, era transitada por grandes personajes de la política. Hoy, irónicamente, se hace difícil la entrada por la inundación ocasionada por las aguas residuales y las lluvias. Los gobernantes hacen oído sordo a los llamados de los residentes: entre ellos un cabrerano, ingeniero especializado en hidráulica. Todo queda en silencio, para escuchar el pregón que anuncia bastimentos y frutas de variados colores, con la frase: «Dos Colores», «Dos Colores». La calle queda invadida por el eco que golpea las olas y se devuelve para ronronear deliciosamente en los oídos de las amas de casa.En torno a la carreta del pregonero, este con el remoquete del «Cali», llegan otros que buscan narrar las últimas noticias de la ciudad, algunos venden, otros, solo comentan, casi todos ostentan un apodo: «El Yen», por ejemplo, nacido en este barrio, con ombligo enterrado en uno de los patios de aquellas casas, hoy desaparecidas por las edificaciones de grandes esperpentos habitacionales. «El Pocholo», vendedor de tinto, venido de una de las calles de Las Lomas del Paseo de Bolívar. «El Arracacha», llega desde muy temprano, venido desde Turbaco, con su pequeño taxi, con disposición para hacer el servicio que soliciten, se caracteriza por ser «El Cole», remoquete que lo enorgullece por el gran arraigo popular, porque el de «Arracacha», es para los más íntimos. Tiene un grito bastante particular: «Estoy Ocupao».
Hoy, la calle Real, ha disminuido su «estirpe de alta distinción», ornado por los recuerdos de la inventiva de Mingo Cogollo para alegrar gustos y aficiones, ya con sus famosas chichas o con las programadas peleas de gallos, endulzadas con los cuentos de los viejos pescadores, ascendientes de los Corpas y el sabor de los pasteles del Tío Ayos, sobrenadan en las orillas de la Ciénaga del Cabrero, los recuerdos de los residentes cabreranos.Hoy, la Calle es otra más de la ciudad, sin perendengues, solo con las Piezas de Fuego, perseguidas por unos novios que buscan ser escuchados por el poeta Núñez, escritor del Himno Nacional: «Cesó la Horrible Noche, la libertad sublime….»
Juan V Gutiérrez M |
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