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miércoles, 11 de mayo de 2022

Memorias de Cartagena

DE PERSONAJES, PREGONES Y OTRAS TRISTEZAS


Por Juan Vicente Gutiérrez Magallanes


Ayer, quizás treinta años atrás, escuchábamos por las calles de Cartagena, un pregón cantarino que armonizaba con el trote de los caballos de los coches.

Más hoy nos invade la nostalgia por ese recuerdo que hacía parte de nuestra cotidianidad.

Era común escuchar por las mañanas el vendedor de «Carisecas», las esperábamos con mucho afán para combinarlas con el café del desayuno. Así nos sentíamos bendecidos por ese manjar que brindaba la vida.

El Pregón era conocido por la gente del barrio, conocíamos al muchacho, de dónde venía y qué clase de maíz utilizaba la madre para elaborar las carisecas, Carlos bajaba de los montes altos del Espinal, cruzaba las calles aromatizándolas por el olor que desprendían los manjares. Atravesaba la carretera de Torices y se internaba en Chambacú, donde era esperado con afán. Aquellas carisecas, recibían la bendición de la «Seño» Carmen, la maestra de la Escuela «Amor a Cartagena».

El pregón de Carlos se eternizó en los recuerdos de quienes fuimos volviéndonos adultos. Hoy, su silueta anida en nuestra mente, lo evocamos con nostalgia, su pregón vive impregnado en las Murallas de Cartagena y en las réplicas en miniatura que venden en el Portal de los Dulces.

¿Dónde ha quedado el Pregón de las Natillas? Aquel pertenecía a «Juanchú», quien salía de una de las casas de Chambacú, con su tártara al hombro, colmada de las Natillas elaboradas por su madre, transitaba por la calle recta para entrar al Campo de la Matuna. Luego llegaba al Mercado de Getsemaní, donde lo esperaban las bogas y paladeadores de arena de la Playa de El Arsenal. Todos ellos elogiaban el sabor de las Natillas que vendía «Juanchú». Tenía un Pregón que, a pesar de confundirse entre el bullicio, lograba escucharlo quienes esperaban los manjares preparados por la madre de «Juanchú».

El Pregón de la Natilla era escuchado en San Diego y Torices, en este último lo recuerdan, porque San Diego se extinguió como barrio por efecto de la Gentrificación. 
De Chambacú salía uno de los pregones que cantaba con voz de tenor al «Bollo de Mazorca», «Cabeza de Hacha». Era conocido en la mayoría de las dependencias de la Gobernación. Los Bollos de Mazorca, hacían parte de la rutina gastronómica de los curas de la Catedral.

Así como el Pregón del Enyucado, de las Carisecas, la Natilla y El Bollo de Mazorca quedan dormidos en la mente honorable de algunos cartageneros, también se remueve en el recuerdo el vendedor de «griegas», ese que decía: «Es que no me Oyen o no me ven…». No obstante, a pesar de la ausencia de tan singulares personajes, todos ellos perviven en la mente de quienes juegan con los recuerdos y transitan por las calles de la ciudad.
Por último, queda un Pregón al cual podríamos considerar como clásico: el de las «Vendedoras de Alegría» que subyace en la mente de los cartageneros: «Alegría con coco y anís, casera, cómpreme a mí, que vengo del barrio de Getsemaní».

Hoy las Palenquera venden una imagen adornada por el Pabellón Nacional.



EL PREGONERO DEL ENYUCADO*

Entre todos los pregones
el que siempre me ha gustado
es el que grita un muchacho
que va vendiendo
con la tártara en la cabeza
raído, sucio y despeinado
pero con voz armoniosa
va pregonando enyucadooo
(Bis)
 
Vendo enyucado
Para la Nena lo llevo
enyucado
Caserita tú lo pruebas
Enyucado
la fruterita sabrosa
 
Pero qué rico con azúcar
Cómpreme niña el enyucado
yo vendo enyucado
A Marteca le gusta
Enyucao ¡Sabroso!
 
Podrá ser el enyucado
de tierra cartagenera
que tiene azúcar a los laos
y verá que es cosa buena
y siempre se alegrará
cuando escuche en la plazuela
El pregón del enyucao
el pregón de Cartagena
 (bis)
 
Veendo enyucáo
Pá la Nena lo llevo
Caserita tú lo pruebas
Vendo enyucáo
La friturita sabrosa
Eeenyucao
 
Pero que rico con azúcar
Vendo enyucao
 Compráme niña el enyucáo
 
Yo vendo enyucáo
Que rico pá los pollos
Enyucáoo
*Antonio Saladén Marriugo

Juan V Gutiérrez M


 

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