KIRA ENTRA EN NUESTRAS VIDAS
Por Ever Soto
Abandonada a su suerte por vientos malignos, los mismos que hacen que el corazón humano permanezca arremolinado de amarguras y de impurezas. No se sabe cuánto tiempo vivió a la intemperie cuando mi hijo Ever Poe, en una de sus caminatas por los caminos veredales, que circundan la ciudad la rescató, y lo más seguro es que hubiera muerto de inanición, no por falta de bocado, sino por el desprestigio malévolo de los sentimientos del ser pensante. Había esquivado escribir la fortuna de tenerla en casa porque no estaba seguro que sobreviviría por el estado de deshidratación en que llegó, su padre protector se desveló en llevarla inmediatamente al veterinario. Él, que tiene el mismo espíritu sensible del nacido en Boston, autor del “Gato Negro”, y por el cual lleva su segundo nombre, no se apartó de su lecho de convalecencia desde el pasado veinte y tres de diciembre hasta la fecha, y podría asegurar que Kira, sí, así, la bautizaron las cachaquitas Daniela y Laura Bula Dumar, quienes se encuentran vacacionando en la tierra de sus padres. Llegó y entró a nuestras vidas para quedarse con el contubernio pícaro que delatan sus ojos.Ella, poco a poco recupera sus fuerzas, alentada por el cariño de todos en casa, hemos echado a un lado, que por causa de los medicamentos suministrados le haya dado diarrea cagando en todas sus dimensiones los baldosines recién puestos en el comedor del patio. Manos han sobrado para el aseo, y para educarla de tal forma que haga sus deposiciones en la ponchera donde tiene la arena especial para hacer sus necesidades después de comer sus alimentos. Kira, nos ha adaptado a sus caprichos, a su mundo ahora flexible, a sus maullidos para que le presten atención, a meterse entre las piernas para recibir afecto, y reclamar que ella también merece vivir, muy a pesar de la inconciencia frágil y perversa de quienes la abandonaron.Fue difícil ponernos de acuerdo en escoger su nombre. Propuse: Catterina, en honor al nombre de la gata de Edgar Allan, su compañía y la de Plutón, eran indispensables para sus relatos fantásticos y de terror. Se opusieron porque era un nombre fuerte, de mandato, de trasnocho para acompañar a quien lee o escribe, y que por supuesto, ella representaba una imagen débil y agónica, de alguien que está peleando contra la muerte para sobrevivir, por lo tanto, necesitaba un nombre corto de letras y sonoro a la voz, de aliento a flores marchitas, porque sus horas estaban contadas, ya que se podía percibir en su mirada lo lejano y distante que están los pálpitos de la vida.Entonces, las rolitas se iluminaron de imaginación y de sus labios casi que en coro pronunciaron: kira, que significaba clarividencia de un sol que se puede esconder con el anochecer, pero vuelve a salir por la mañana para despuntar las espigas de sembríos y no maltratar las manos de quienes los recojan. Eso es Kira, la palabra del inocente que mira tras la reja el horizonte, se aferra a los barrotes para que el olvido no penetre en su memoria, esperando que la justicia descienda para abrigar su libertad. Compartirá sus alegrías y amores en los aleros de las casas vecinas, y en los arboles de los patios prohibidos. Hemos decido que tendrá un solo parto para que aprenda a ser mamá en recompensa por los despojos que sufrió al ser destetada del seno materno. Kira, como los buenos productos llegó para quedarse en el rincón más bullicioso de nuestras almas, el mismo que el mundo reclama para ser el remanso cubierto de hojas donde el agua brota para saciar la sed de los desamparados.
Ever Jadix Soto, Escritor Ever Soto.Sahagún- diciembre 10- 2021
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