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domingo, 21 de junio de 2020

Reflexión Dominical

En la Era de la Pandemia y
la Otra Peste: El Hambre


Por Juan Vicente Gutiérrez Magallanes

Solíamos hablar de la pobreza con la mirada en la distancia, más ahora en esta situación de la Pandemia, ocasionada por el Coronavirus que recorre el mundo, el cual ha servido para mostrarnos «La Otra Peste» originada por el Hambre.

Cuadros de seres famélicos en similitud a los mostrados por la África Subsahariana, transitan por las calles con los brazos extendidos pidiendo pan, una bolsa de arroz, paños o una moneda.

En Cartagena de Indias se ha descubierto lo que estaba tapado por el eufemismo de la risa fundamentada en viejos decires y falsos proverbios. «Al mal tiempo buena cara», «El costeño es alegre y hace de su tragedia un chiste».

¡No señores la situación que se vive es muy lamentable!, por las calles y aquí soy muy reiterativo observamos muchas manos extendidas en solicitud de un pedazo de pan o de unos cuantos granos de arroz para llevar a casa, si es que esa miserable choza puede recibir el nombre de casa, como se le denomina en sectores vulnerables y de alto riesgo con nombres divinos, (en la búsqueda de hacer menos lamentable y pesarosa la condición de la vivienda), «La Unión de Dios» y «El Divino Salvador».

Las filas formadas por quienes esperan una ayuda, son difíciles en la observación de las distancias, entre una persona y otra, por la agonía de pensar que, si se acortan las distancias, más pronto se alcanzará la preciada ayuda.

Con pensamientos míticos o de ficción, creo que uno de los objetivos de la Pandemia, tomando esta la condición de ser vivo, es mostrar el descuido en que se mantiene la población de los sectores más alejados del Centro de la Ciudad o de la Cara bonita del «Corralito encantado de Cartagena».

Esa otra Cartagena marginada, multitudinaria, extensa, agrupada en cajas de cartones y delgadas tablas de maderas permeables a los aguijones de insectos, constituye la mayor población de la Ciudad Heroica, en la que muchos gobernantes han hecho mal uso del Presupuesto, lo que me ha llevado a llamarla «Ciudad Iguanada», ¿por qué razón? , porque le sacan los huevos (El Erario) y luego la abandonan en una muerte lenta.

Tengo esperanzas que después de la pandemia, se inicie una nueva búsqueda del bienestar de la ciudad, no podemos pensar en volver a la «Normalidad» que existía antes de la Pandemia, se hace necesario variar las condiciones en las que hemos venido conviviendo.
Da mucha tristeza mirar el estado lamentable en que alcaldes, como el señor Vélez Trujillo, han dejado hospitales inconclusos, sin ninguna clase de responsabilidad ni explicación alguna por su conducta. Hoy miramos con terror cómo una comunidad desprovista de los elementos necesarios para apreciar la labor de un médico y la importancia de éste, ataca sin piedad al galeno, creyendo que es el culpable de la muerte de su pariente.

Es lastimoso tener que aceptar, que por el Coronavirus, las miradas han buscado las mugres, los entuertos ocultos en la aparente «Normalidad» en que vive la mayoría de la población cartagenera, situación que tiene mucha similitud con la que se presenta en toda Colombia y América Latina.

Después que pase la Pandemia, nuestras instituciones se mostrarán como estamentos, por donde pasó una guerra ocasionada por la maledicencia de hombres que ensucian la política de la región.
 Imagen de Leroy Skalstad en Pixabay Imagen de Kasun Chamara en Pixabay 
Juan Vicente Gutiérrez Magallanes

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