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jueves, 12 de septiembre de 2019

De Las Riberas del Sinú


CARLINALA DE LOS POLVOS 
DULCES DE CHAMBACÚ

 Por Juan Vicente Gutiérrez Magallanes

Vendo mis polvos dulcísimos
macerados en piedra de moler
 
usted los puede probar para saber
Acérquese y verá que son riquísimos
se amañará porque son baratísimos
 
Los hago muy especial en la madrugada
cuando la brisa es abundante y regalada
 
Así son mis polvos dulces brindados 
Para ser siempre muy recordados
Con solo tomarles y saborearles una degustada
 
La señora Carlina, era una mujer minuana venida de las riberas del Sinú, su cuerpo guardaba proporción entre su estatura, pectorales y glúteos. Peinaba su larga cabellera poniéndola sobre la espalda de un taburete al tiempo que tarareaba un porro que se difundía por todo el Callejón del Esfuerzo. La extensión de su cabellera, causaba admiración en un medio en donde la mayoría de las mujeres eran de cabello crespo, sabía del deseo y la codicia que causaba en los hombres que la contemplaban, pero parecía que Carlina vivía una vida en completa y total indiferencia, sus pasos habían sido medidos por quienes la habían conocido antes de llegar al barrio de Chambacú. 
Su casa estaba ubicada en la esquina de la Calle de la Esperanza con el Callejón del Esfuerzo, allí tenía su ventorrillo, que se caracterizaba por vender diferentes polvos: De Coco, de Almendra, de Maíz, de Ajonjolí, de Millo, de Chocolate y de Merengue. La elaboración la había aprendido de su madre; deshidrataba las frutas y las maceraba en una piedra grande que hacía de mortero endulzándolas con miel de abejas, lo que le daba un sabor especial a los polvos de Carlina, que depositaba en pequeñas bolsas de celofán.
La vecindad se acostumbró a señalarle a sus hijos, cuando necesitaba mandarlos al ventorrillo: «Ve a donde la señora Carlina la de los Polvos dulces», lo cual causaba diversas interpretaciones, en un medio donde era muy fácil utilizar sobrenombres y más cuando se prestaban a interpretaciones maliciosas. 
Los vecinos que acostumbraban sentarse en frente del ventorrillo, donde quedaba la tienda de una señora apodada «la Rula», hacían muchas suposiciones alrededor de la señora Carlina, «la de los polvos dulces», no se explicaban por qué no tenía marido, siendo buenamoza, sola, que vivía con su madre y los cinco perros con nombres especiales: «Deja que digan», «Ve tu Vida», «No me mires», «Siete Lenguas» y «Bandida».  
La verdadera historia de Carlina, la sabía una comadre que vivía dos cuadras después de la Tienda de «la Rula», su sacramento y confidente, quien sabía los pormenores de su vida, pues eran paisanas y se habían criado juntas. Carlina no había tenido hijos porque sufría de acidez en sus partes íntimas, lo que le impedía generar óvulos sanos, así lo había diagnosticado el médico-partero del pueblo. Ella se quedó con aquel diagnóstico y no buscó el concepto de un especialista. Nada impidió que Carlina tuviera muchos maridos, ya que era una mujer llamativa, sabía lucirse en los festejos, cuando bailaba hacía recordar a «María Varilla». 
Carlina era perseguida muchas veces por ganaderos, a quienes después de convivir con ellos abandonaba, pues siempre tenía otros enamorados del mismo talante que los primeros, y así transcurría su vida, hasta que un día conviviendo con Miguelito, el Lechero, Carlina comenzó a contar cómo había sido su vida de mujer comprometida:  
—Yo viví con Francho, «El Mil Vaca» y lo dejé; viví con Hortensio y lo dejé; después viví con Toñote y lo dejé… 
Entonces Miguelito, entre confundido y colérico se levanta de la hamaca, y dice: 
        
Juan V Gutiérrez Magallanes, Escritor            
— ¿Sabes una cosa? ¡Estás dejá, me voy! 
Por muchas excusas que dio Carlina, no pudo convencer a Miguelito de que volviera. Sintió gran desconsuelo y tiñó de negro su corazón cerrándolo para siempre a la presencia de otro hombre en su vida. 
Desde aquel hecho, Carlina recogió sus banderas, salió del pueblo y se vino a Cartagena en donde montó su ventorrillo de Polvos Dulces. Ella se ganó el remoquete hasta nuestros días de «Carlina, la de los Polvos Dulces».


    

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