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domingo, 12 de mayo de 2019

La Cátedra de «Colancho»

AQUELLOS MUCHACHOS DE LA LOMA, 
Y LA CANNABIS
Por Juan V Gutiérrez Magallanes 

Bajo la lluvia rítmica de los sones de una Plena del Grupo Cortijo, danzaban «El Fortunato», con su remoquete «La Pantera Negra», «El Sábalo» llamado también «El Angito», «El Viejo Ño», «El Zuqui», «El Trabú», «Los Pastranas», «El Poeta», «El Largo», «El Telaraña» , «El Alfa», «El Papito» y toda una camada de hombres que ignoraban la parte cruel de los efectos de la «Cannabis», esos efectos que dañan las células nerviosas del cerebro acompañándolas de anormalidad, lo cual conduce a graves defectos hereditarios.
Nada importaba porque había mucha ignorancia en cuanto a los perjuicios, solo predominaban los estados de ensoñación en que estos hombres se sentían. Cuando estos «manes» entraban en el coro de la llamada «Pieza de Fuego» de la Cannabis, se convertían en seres de mentalidad mágica, sus vocabularios se tornaban fluidos y llevaban la explicación de la vida a cumbres de la alta filosofía, podían citar las frases más rebuscadas de la «falaz» literatura, podían componer los poemas más floridos dentro del argot alunfardado de su contexto, danzaban, ya fuera bajo el influjo de una «Plena» o una «Bomba» de Maelo o los boleros del «Jefe» Daniel Santos. Cuando los encuentros se daban por las noches, éstas se hacían interminables.  
Nunca entendí cómo estos hombres que a duras penas habían hecho una primaria, algunas veces incompleta, eran capaces de lograr la construcción de oraciones que podían hacer parte de la mejor compilación poética. 
Se volvían solícitos ante la presencia de señores que ellos consideraban de mayor respeto. Todas estas manifestaciones envueltas en relaciones lúdicas y de goces dancísticos en sus movimientos y frases. 
Pero también se podían tornar agresivos, lo que no era muy frecuente, porque eran más los que trataban de mostrarse cordiales y respetuosos. 
La Cannabis los convertía en seres extraordinarios, se les acrecentaba el optimismo, desafiaban grandes aventuras, creían que podían combatir al propio Supermán sin el temor de éste por la Criptonita, y esto se comprobaba cuando se les veía trabajar en las grandes construcciones, donde tenían que transportar tanques de concreto a los diferentes pisos, lo hacían con una velocidad y agilidad asombrosas. 
Ellos, que siempre buscaron las sombras, matorrales y sitios olvidados para hacer sus «Piezas de Fuego» encendidas con la Cannabis, en algunas ocasiones se valieron del abdomen abultado de una efigie de la virgen que habían mandado a fabricar, para ocultar en él la marihuana, especialmente en las celebraciones religiosas que hacían en la Loma de Vidrio. 
Aquellos muchachos comandados por «El Fortunato», eran felices danzando alrededor de la hoguera, sin que los molestara el olor de matarratón de la Cannabis, insoportable cuando por necesidad de cruzar una calle soportábamos los efluvios de los porros encendidos. 
Se apreciaban llenos de alegría en la danza de la Cannabis con la audición de El Cortijo de aquel momento. 
Siempre ignoraron que sus hijos podían nacer con anormalidades mentales y en mayor riesgo de padecer Leucemia. 
Ahora el «Combo Bravo» del Fortunato, estaría expectante ante este anuncio: 
«Inicia en la Ciudad Heroica Expo-Cannabis», el primer Congreso Especializado en la Industria del Cannabis Medicinal que, según los organizadores, se da muy bien en el país. 
El Jíbaro «Colancho», sería la persona indicada para compartir conocimientos y experiencias sobre cómo invertir y reunir capital en este negocio. 
Esos muchachos del «Minguí» unidos al grupo del «Fortu» serían los elegidos para montar el gran dramatizado de la «Danza la Pipa de la Cannabis», declamarían sus mejores piropos y lucirían sus elegantes «pintas», confundiéndose con aquellos jóvenes «aguajeros» de la calle del Lago. 
Pasó el tiempo y hoy solo se leen los comentarios grabados en los árboles que han quedado velando los últimos poemas de Raúl Gómez Jattin. Hay uno dedicado al jíbaro mayor: 
«Tú bajabas de la Sierra Nevada
con la yerba de los dioses perdidos
Nos brindabas el sueño de las flores
Y quedábamos en éxtasis de ensoñación
Gravitábamos y hablábamos con las ninfas
del puente, que nos invitaban a una Plena
del maestro Maelo con los adioses del Daniel»
Juan V Gutiérrez Magallanes, Escritor



 
          

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