JUAN HERRERA Y SU PREGÓN
QUE RIMA CON LOS VEGETALES
Por Juan V Gutiérrez Magallanes
QUE RIMA CON LOS VEGETALES
Por Juan V Gutiérrez Magallanes
Ahora más que nunca, me maravillo ante la sencillez y la honradez del hombre iletrado que pregona, bajo los parámetros de la rima: las verduras, frutas y bastimentos, por la calle Real del Cabrero en la noble Cartagena de Indias.
Tira su carretilla con la tranquilidad, de una conciencia sin los vestigios de la corrupción, estado de ánimo que pueden envidiar la gran mayoría de expresidentes, desde Lula Da Silva, de Brasil, hasta Ricardo Martinelli, de Panamá. De eso, estoy seguro, porque Juan muestra la honradez de una sonrisa amplia y abierta con olor a cilantro y a mango biche.
Él, Juan Herrera Barboza, nativo de San Onofre, población caracterizada por el profesor Calixto González,como, “la Villa, donde la Inteligencia es peste y aún no se ha descubierto la vacuna”.
‘Este hombre, quien por apodo lo llaman Alfredo, además de ser citado como “el Negro santarrosero”, ya que desde su niñez pasó a vivir en la población de Santa Rosa, una urbe cercana a Cartagena de Indias, señalada por la bondad de su tierra para el cultivo de frutas y en especial del tomate, como también el brillo de la inteligencia, mostrado en la lucidez del doctor Santiago Pinto Vega, primer costeño, elegido por el voto popular de los estudiantes, como Rector de la Universidad Industrial de Santander (UIS).
Juan Herrera tiene cincuenta y cuatro años de edad, de los cuales ha frecuentado durante treinta, la calle Real, escuchando el eco de los poemas del Brujo, reflejados en las hojas de los últimos árboles de Uvita de Playa que ornamentan el Parque Apolo.
Desde las primeras horas de la mañana, se escucha el trino del amaestrado turpial, escondido detrás de sus labios, golpea su machete en la parte lateral de su carretilla y deja escapar su pregón:
"- Llevo limón de España, con sólo tres, usted se baña.
- Aquí estuvo Arturo, vino y compró seguro.
Hace una pausa y entona un silbido melodioso, que se difunde en el vapor marino de las aguas que se escapan de la playa.
- Llevo naranja dulce como la miel, y jugosas como el mar, vengan, que voy con Orlando y, por eso todo lo estoy dando.
- Oigan, oigan, sí, sí, aquí estuvo André, compró y volvió otra “ve”.
-Llegó Solano y compró temprano.
- Enyuqueeensensen,aguacatennnsensen , emberejeneensensen aquí están los aguacatelón , más grande que un balón".
Vuelve a silbar, dejando que el eco se humedezca y quede adherido por unos instantes en las hojas del árbol de almendra, algunas veces, parece que la efigie del Pensador le sonriera y aprobara la bondad de Coney por el pregón del Negro.
"Claro que sí, que sí hay, llevo piña más dulce que la miel, esa que comió Ismael y le dio a Andrés, para que probara otra vez…Oiga Naranja dulce, de Margarita, esa que se come solita, guayaba dulce, mangos de azúcar y de puerco, se come uno y se come un poco, Guanábana blanca y sabrosa, esa que come Rosa …Oiga que sí, que sí, que sí….Oiga naranjas de Ñanguma, con una sola, llena una totuma ,sí, sí, sí hay…"
Lanza un silbido, que se pierde con el toque de su machete sobre la parte lateral de su carretilla y el eco se disuelve en la distancia.
Juan volverá después de media hora y hará con su pregón, que nos olvidemos del desmoronamiento de la justicia colombiana.
Mañana, volverá con el mismo entusiasmo y su cargamento de verduras, bastimentos y frutas rimadas. Porque él no sabe leer, y en los periódicos no se podrá enterar del crecimiento galopante de la corrupción.
Juan V Gutiérrez Magallanes
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