El paso del tiempo gestando las edades nos muestra lo fugaz de todo lo existente, nuestra vida muy en
breve mudándose en su forma perderá su ardor como llama que se extingue, rauda,
navegando en las olas del pasado, solo el ejemplo de nuestras más vitales
acciones quedarán como huellas, con la esperanza renovada de vislumbrar otros
caminos y plantar nuevas semillas en el inagotable erial de la existencia.
Si nos detuviéramos un instante como acompasando las horas, a ver con
los ojos de la imaginación, a mirar hacia lo alto, a escudriñar las estrellas,
y a extasiarnos con la grandeza del universo del que somos parte. Una partícula
prodigiosa, mutable y fantástica, si dejáramos de lado lo insustancial y
superfluo y volcáramos nuestra inteligencia y sabiduría hacia lo esencial y de
significado profundo, y si fuésemos menos soberbios seriamos más felices y
haríamos más armoniosa la existencia.
En la búsqueda de ideales que conduzcan al ser humano a nuevos
paradigmas debemos interiorizar y afianzar de manera profunda enseñanzas que
deben ser nuestra guía como un ideario que debemos cuidar y sobre todo poner en
práctica, donde el ser humano debe ser el fundamento de las más altas
aspiraciones que nos conduzcan a la edificación de una sociedad donde la
justicia resplandezca, teniendo como fundamento la paz, y podamos
compartir lo que la madre naturaleza nos
brinda, fruto del trabajo humano y la experiencia acumulada, para el disfrute y
satisfacción de hombres y mujeres sin exclusión alguna.
Rechazando de manera vehemente como un atropello a la dignidad la
desigualdad que cercena sus más elementales derechos y los margina,
desconociendo que el ser humano en dura batalla a través de los siglos ha
transcendido modificando su medio y adaptándolo a sus necesidades, configurando
por medio de la praxis su propia existencia y la sociedad humana.
Para que estas aspiraciones se conviertan en realidad se requiere
modificar todo lo que atente contra el bien común, no seguir pregonando el concepto maniqueo de unos individuos buenos y
otros malos que no quieren la paz y por ese motivo tenemos guerras en el seno
de la sociedad.
Este falaz concepto de la lucha del reino del bien contra el mal
convertido en categoría por medio de la superstición, mediante el cual se ha
exterminado a millones de seres humanos a lo largo de la historia, soslayando
las verdaderas causas y motivaciones de tan horribles genocidios.
Con el propósito de dar mayor fuerza a estas ideas sobre el origen de
la guerra citaremos al pensador Helvetius, quien apartándose del concepto ser
humano en abstracto dijo:
«Los hombres no son perversos sino que están sujetos a sus intereses,
si lográramos crear una sociedad donde nadie pudiese proporcionar su propio
bien sin antes hacer el bien común, delinquirían los locos»
Debemos decir que para alcanzar la paz es necesario que todos los
asociados gocen de libertad y satisfagan sus necesidades, así como el ser
humano transciende en el tiempo, también sus aspiraciones adquieren nuevas
dimensiones en el curso de la historia, sin el logro de una cultura avanzada y
un pensamiento científico, no sólo para una minoría sino para toda la
colectividad, es imposible erradicar prejuicios donde el principio de soberanía
es utilizado para alentar el odio y la xenofobia por quienes se lucran con la
guerra.
No permitamos que a nombre de la patria se inculque el enfrentamiento
y se magnifique el intervencionismo,
manipulando la conciencia colectiva y exacerbando los odios, haciendo
ver a nuestros hermanos como enemigos.
Al conocer nuestro pasado histórico es inconcebible que aún persistan
tan profundas diferencias que excluyen y niegan a los demás lo que les
pertenece, sin la supresión de esta cruel realidad es imposible que el monstruo
de la guerra desaparezca de sobre la faz de la tierra y los hombres dejemos de
enfrentarnos.
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¿....delinquirían los locos?:Helvetius |
Con el fin de demostrar de manera rigurosa que la guerra no es un sino trágico de la humanidad, debemos
traer a colación las investigaciones de tipo biológicas, antropológicas e
históricas que nos demuestran que la esencia humana, es una categoría
histórica, fruto de la praxis y del proceso en el cual está implícito como ser
social en su desarrollo.
A manera de síntesis debemos
conocer la declaración sobre la violencia redactada por un comité de académicos
internacionales en el Sexto Coloquio Sobre la Agresividad y El Cerebro Humano,
en la Universidad de Sevilla España.
Quienes nos dicen:
«La guerra es
biológicamente posible, pero evitable como lo evidencia su variación en
cantidad y naturaleza tanto en el tiempo como en el espacio, hay culturas que
han combatido por centurias, y otras culturas que han participado en guerras
pero en otras no».
«Es científicamente
incorrecto decir que la guerra o algunas otras conductas violentas están
genéticamente programadas en nuestra naturaleza humana».
«Es científicamente
incorrecto decir que la guerra es causada por el instinto, o algunas motivaciones
simples»
«Concluimos que
biológicamente la humanidad no está condenada a la guerra y que puede estar
libre de la servidumbre del pesimismo biológico y puede con confianza emprender
una necesaria tarea transformadora en los años por venir».
La paz brotará cuando borremos de nuestras vidas las funestas
ambiciones e inculquemos en los humanos el entusiasmo y la generosidad.
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La Guerra no se da en lo Genético... |
Proclamemos la victoria de la paz ensalzando el culto por los héroes
que sin tregua ni descanso levantan como espadas sus brazos contra la opresión
el olvido y la violencia.
Como el arado abriendo surcos alcémonos victoriosos por la paz en
lucha frontal contra la superstición y la ignorancia.
Difundamos el anhelo de bienestar a la humanidad sedienta de justicia
y entonemos la plegaria por la paz juntando como enjambres nuestras voces
hombres y mujeres sobre la tierra.
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