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jueves, 17 de marzo de 2016

CRUCIFIXIÓN Y MUERTE

Y, ¿dónde quedó el voto popular?

Por Alvaro Morales 
La pasión a la que me refiero, no es a la del amor, sino a la del padecimiento; como a la que fue sometido Jesucristo desde aquella noche de la Última Cena hasta el mismo momento de su crucifixión. 
Si la Pasión de Cristo hace referencia a los sufrimientos y vejámenes a los que fue sometido como Hijo de Dios; sin temor a equivocarme podría decir que gracias a la decisión colombiana de elegir alcaldes por el voto popular, Cartagena ha vivido desde hace veintiocho años su propia pasión representada en el sometimiento y descuadernamiento a la que ha sido sometida por quienes han hecho remedos de gobiernos durante cada uno de sus mandatos. 
Entre 1988 y 2016, los cartageneros hemos elegido doce alcaldes. 
Los ha habido de diferentes partidos políticos y formación académica; y hasta ahora ocho de ellos han sido judicializados, y tres han sido separados del cargo. ¡Triste guarismo! Puede entonces verse, sin incluir al actual mandatario, que las judicializaciones están en el orden del 72 por ciento; y las suspensiones en el 27. ¡Increíble, pero cierto! 
Es en este «palmarés» en el que residen las razones que han hecho de la urbe, una «ciudad fallida». 
El desequilibrio social se refleja en los indicadores de pobreza y desempleo; en la inseguridad y crisis económica; en los servicios de salud y educación con un alto porcentaje de deserción; en el déficit de vivienda y la movilidad; en las obras públicas, etcétera 
         
       Álvaro Morales
Pero, ¿qué nos ha pasado…? Se dice que es el constituyente primario—el elector, el que decide por quién vota— el único responsable de esta triste realidad; cosa que no creo. Los verdaderos responsables de nuestro atraso son los gobernantes que mantienen a la ciudad en un círculo vicioso de miseria llevando al estrangulamiento la voluntad y la libre decisión del pueblo para escogerlos sin ser sometido por las dádivas y las falsas promesas. 
Lo peor de todo es que no se vislumbra una luz al final del túnel. 
Ni siquiera la vergüenza del rezago frente a ciudades como Barranquilla, Montería y Sincelejo pareciera pellizcarnos para erradicar la corrupción y la criminalidad de las pandillas en estos 28 años de dizque participación ciudadana.  
¡También en este Siglo vivimos la Pasión de Cristo…!


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