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lunes, 24 de junio de 2013

LAS ENFERMEDADES NO TIENEN FRONTERAS


CONTRASTE CON LA SALUD DE HACE NUEVE AÑOS...

Por el Licenciado Orlando Periñán Lombana

En el editorial del periódico El Universal fechado el 29 de febrero de 2004 «Patentes y Medicamentos» se comenta al Decreto 2085/02, que prohíbe a la industria colombiana fabricar 8 medicamentos por pertenecer las patentes a empresas multinacionales farmacéuticas. 
Con la aparición en nuestro vocabulario de la palabra «Globalización», los colombianos aún permanecemos de oídos sordos. 
La concepción de la salud es difícil porque dicho sistema está basado en intereses de capital. 
Los bienes de consumo y servicios están dominados por el interés financiero. 
Se  sabe que las grandes multinacionales han construido un universo a su medida, donde no cabe el buen servicio en los hospitales, la calidad sanitaria ni la cobertura eficiente de los servicios de salud. 
La Unicef fue clara en sus datos cuando dijo que en salud y educación, los recursos para atención, fueron disminuidos en un 50%, dejando con claridad meridiana, que el Estado ha abandonado la responsabilidad social, contraria a los criterios humanísticos que prometen en los planes o programas de gobierno. 
El caso específico de la salud en Colombia (No estoy descubriendo nada nuevo), pasó a las mismas reglas de juego de la adquisición de un inmueble o vehículo, quien tenga capacidad de pago podrá adquirirlo, el que no, sencillamente no lo hará. 
El acceso a la salud queda en manos del consumidor, por consiguiente ya no se puede hablar de un ciudadano con Estado Social de Derecho sino de un consumidor responsable, que escogerá libremente el mejor plan de salud de acuerdo a sus ingresos, en cualquiera de las medicinas pre pagadas. 
Por lo tanto, no podemos olvidarnos que en el año 1997, se dijo por parte de las Naciones Unidas, que los tres mejores negocios eran:
1.La venta de armas. (¿Cuándo se van acabar si en las guerras los poderosos son quienes las fabrican y venden).
 
2. La venta de drogas psicoactivas. (¿Cuándo se van acabar si los poderosos son los más grandes consumidores?). 
3. La industria farmacéutica. ¿Se incrementará en estos países la producción de los medicamentos genéricos, si ellos son los dueños de las multinacionales?). 
Sabiendo todo eso, ¿creen ustedes que se podrá garantizar la salud preventiva, cuando lo que interesa es que existan sistemas de salud que ellos puedan direccionar o manejar a su antojo? Es decir, para que den enfermos a granel. 
Como las multinacionales siempre piensan en lo comercial, por aquello de lo económico y, no el buen servicio sanitario, el gobierno que esté, debe pensar siempre en lo social. 
Las multinacionales tienen licencia para marginar, pues existe un acuerdo (OMC) desde 1997que relaciona el comercio con la propiedad intelectual, en otras palabras los productos farmacéuticos son tratados como cualquier bien tecnológico gracias a la Ley de Patentes. 
Esto significa licenciar la exclusividad del conocimiento de un laboratorio en el desarrollo de un fármaco, el cual no comparten con la sociedad, pero luego los aplican en ella. (El Universal, febrero 29 de 2004, donde se narra el caso de los indios del Amazonas que los laboratorios no les dieron nada en absoluto por investigar el Sapo Verde (Phyllomedus-Bicolor), cuya secreción es conocida como remedio para diversas enfermedades). 
Entonces, ¿por qué señores del gobierno: en vez de expedir el Decreto 2085/02 no se expidió uno que regule el acceso de personas e instituciones extranjeras a los conocimientos indígenas y tradiciones de Colombia explotados en nuestras inmensas regiones amazónicas, donde abunda la diversidad de plantas y de secreciones animales? 
El Decreto 2085/02 obliga consumir los fármacos de laboratorios multinacionales, limitando la posibilidad de medicamentos genéricos que ingerimos los pobres, y como las EPS a veces no los dan toca comprarlos de nuestro bolsillo. 
¿Será que el Estado Social legisla para ser absorbido por los intereses del Libre Comercio que exigen las industrias multinacionales? 
¿Será que somos culpables, por descuido, por desinformación o indiferencia? O porque, como no me perjudica, no opino. 
La educación y la salud sin regulación tampoco resuelve el problema, pues un país con unas autoridades sanitarias restrictivas, cuidadosa en el registro de medicamentos, basados en pruebas clínicas, atentos en exigir periodos de prueba para nuevos fármacos, con una vigilancia adecuada, obtendrá de hecho una mayor cultura farmacéutica. 
La prioridad debe ser el enfermo, la enfermedad y después el fármaco, pero en nuestro medio es al revés. 
Por último, la falta de acceso a los medicamentos y vacunas esenciales plantea como mínimo un asunto que concierne a los Derechos Humanos, por eso como decía mi abuelo Víctor: «No hay peor ciego que el que no quiere ver». 
Pero no debemos olvidar que la historia de las epidemias ha demostrado que las enfermedades no tienen fronteras. ¿Qué opina usted nueve años después de que se escribió aquella nota?
LC

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