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sábado, 19 de julio de 2025

El Fenotipo Poco Importa

EL PRETENDIENTE NEGRO

Por Juan Vicente Gutiérrez Magallanes

 

Juan era un muchacho negro. Le llamaban “El Chino” porque tenía el cabello lacio. Siempre se consideró negro, un zambo orgulloso. Había pisado el mismo lodo que Pambelé, Bernardo Caraballo y Pedro Vanegas, en los terrenos del viejo Chambacú.

Nosotros jugábamos a la libertad frente a la casa donde funcionaba la Escuela Amor a Cartagena. Aprovechábamos las ocho de la noche para hacer un "pare" y escuchar por la radio El Derecho de Nacer, la novela del cubano Félix B Caignet. Aquella radionovela tenía una audición grandiosa.

El Negro llegó a Chambacú en 1943, con apenas un año de edad. De allí se marchó a los veinticinco. Hasta los doce años formó parte de un grupo de ocho compañeros; Juan era el único que estudiaba de día. Los demás lo hacían de noche, y algunos ni siquiera asistían a la escuela. Con el tiempo, Juan terminó el bachillerato en el Liceo de Bolívar, y luego se trasladó a Tunja para estudiar Licenciatura en Biología y Química. En 1966 regresó como licenciado y empezó a trabajar como profesor en el Liceo de Bolívar. A mediados de 1967, se mudó de Chambacú, sin olvidar a sus amigos.

Juan observaba algunas casas de El Cabrero, Manga y San Diego, habitadas por familias negras. En las salas reposaba un gran piano de cola que casi nunca se escuchaba. Aquel instrumento, pensaban las familias que lo poseían, les daba cierto prestigio y —según ellas— reducía la "melanina" de su piel. ¡Ah, los prejuicios de aquellos tiempos! Lo mismo sucedía con la aplicación de agua oxigenada en los brazos, que quedaban "amonados".

Una de las niñas que vivía en una de esas casas era parienta de la joven que Juan pretendía. Aquella despintada ponía el grito en el cielo: su parienta se casaría con un negro, atrasando a la familia. Pero cuando Juan se presentó en la casa de la joven, fue recibido con muestras de aprecio. Tenía ciertos rasgos similares al hijo de la familia, quien había viajado a estudiar al extranjero. A medida que las relaciones se intensificaban, se descubrieron cosas que podrían llamarse “fiestas de casualidades”: las abuelas de Juan y de la joven eran parientes.

Los genes humanos comparten muchas características. Las diferencias, en realidad, son culturales. El fenotipo importa poco.

En aquella Cartagena del Caribe, ser negro y chambaculero era una especie de “carimba”. 
Juan y la joven se casaron y formaron una familia en la que, hasta el sol de hoy, prevalecen los valores fundamentados en la dignidad —sin importar el fenotipo.




viernes, 11 de julio de 2025

Narrativa del Caribe

CIPRESES DE OCTUBRE
 
Por Gilberto Garcia Mercado

 

Ernesto, a sus sesenta años, anhelaba descifrar el mundo antes de que sucediera. No era una simple curiosidad; era una obsesión que lo había acompañado desde la infancia, una sed insaciable por leer el futuro como un mapa secreto. Pasaba horas estudiando patrones, analizando eventos pasados en busca de indicios, como un astrónomo escudriñando los cielos.

Su abuela, una mujer enigmática, había sembrado en él esa semilla. En octubre, cuando la atmósfera se volvía húmeda y el frío se instalaba como un huésped eterno, su poder parecía intensificarse. Los cipreses del parque, de un verdor sombrío, se erguían como centinelas de un luto silencioso, reflejando el cielo encapotado que presagiaba cambios. En ese mes, la abuela anunciaba amores y desamores con una precisión asombrosa.

Bramaban las entrañas del mundo. Desastres naturales sacudían el planeta, tragedias instantáneamente globalizadas por las redes. En casa, el café caliente combatía el frío y la tristeza mientras la abuela se preparaba para sus viajes astrales. De niño, Ernesto observaba fascinado cómo su abuela entraba en trance, susurraba palabras incomprensibles, sus manos temblaban con una energía invisible.

Pero entonces, la familiaridad se quebró. Visitantes improbables comenzaron a llegar: un africano, un japonés, un ruso... Personas que no compartían idioma, pero que se comunicaban con la abuela a través de una lengua de espíritus, una conexión que trascendía las barreras lingüísticas. El patio se llenaba de automóviles, cada uno esperando una palabra sanadora, una luz de esperanza. La superstición se transformaba en fervor, y las manos de la abuela se convertían en refugio, promesa y salvación.

Ernesto comprendió que su vocación por la predestinación era una herencia directa de su abuela. Cada vez que ella regresaba de sus viajes invisibles, parecía rejuvenecer. Los años se desprendían de su cuerpo como hojas secas, su cabello brillaba con una vitalidad sorprendente, y su sonrisa fulminaba cualquier pena. Hasta que un día, como si hubiese pactado con el tiempo, un extranjero le prometió el cielo y la tierra, y se la llevó al norte. Nunca más volvieron a saber de ella.

Ernesto se imaginaba a su abuela regresando algún día, rejuvenecida, caminando entre claveles y begonias, con setenta y cinco años menos. Y él, siguiendo su rastro, iniciaría el camino hacia una nueva juventud. Fue en uno de esos senderos predichos por la abuela donde apareció Adelaida, radiante, como si viniera desde la luz misma. Sonrió, sin decir nada, y robó el corazón de Ernesto con una mirada. Luego, desapareció entre portales invisibles, sin saber del amor que le aguardaba.

Hoy, la casa es una ruina, un esqueleto de recuerdos. Ernesto, atrapado en un instante suspendido, espera. Ya nadie lo llama «joven Ernesto», sino «el viejo Ernesto»: el hombre que no ha logrado cruzar el umbral. Sabe que Adelaida florece en alguna región secreta del cosmos. Solo necesita que su abuela regrese, coronada por los espíritus ancestrales, para que la historia se repita. Para que ella vuelva niña, predestine el mundo, y él, finalmente, pueda confesar su amor antes de que el portal se cierre de nuevo. El eco de sus pasos se pierde entre los cipreses de octubre.

viernes, 4 de julio de 2025

Grandes Personajes en el Poder

LAS PARADOJAS DEL GRAN ENTRAMADO MUNDIAL

Por Juan Vicente Gutiérrez Magallanes

Un país asentado sobre un piélago de petróleo—el más vasto del planeta— cuyos habitantes, paradójicamente, mueren de hambre. En Venezuela, simplemente, no hay qué comer.

Un país que, según algunos, fue escogido por Dios desde el Génesis, con una historia anclada en los grandes patriarcas del cristianismo. Hoy, sin embargo, arrasa a naciones vecinas sin reparar en la vida de ancianos ni de niños. Ese país se llama Israel.

Una nación que hizo su revolución en nombre del proletariado mundial, con la promesa de erradicar las desigualdades sociales. Hoy está gobernada por un multimillonario que se burla de la clase trabajadora. Su nombre: Vladímir Putin, presidente de Rusia.

Una gran nación. Alguna vez se consideró la tierra del Gran Sueño Americano, donde confluirían personas de todos los rincones del planeta. Un país forjado por inmigrantes, como lo fue el propio presidente, descendiente de europeos. Hoy, ese mismo mandatario busca erradicar a los inmigrantes de su territorio. Hablamos de los Estados Unidos de América: una nación multiétnica, gobernada por el volátil Donald Trump, quien en su delirio podría incluso jugar a la guerra.

Y aquella otra, en su momento exaltada por un dictador que impulsó una Revolución Cultural con la intención de abolir las clases sociales. Hoy, sin pudor, juega en el mismo tablero del capitalismo global. ¡Oh, aquella China de Mao!

Frente a todas estas paradojas que atraviesa el mundo, resuena en la memoria el tango Cambalache de Discépolo, que decía:

«Que el mundo fue y será una porquería, ya lo sé...».

Paradójicamente, quien dirige y somete a los actores de este gran entramado mundial es la potencia más poderosa del planeta, en manos del “loquito anaranjado” de Disneylandia.

lunes, 9 de junio de 2025

Aborigen en Lugar de Indio

RECTIFICACIONES EN LA HISTORIA DE AMÉRICA


Por Juan Vicente Gutiérrez Magallanes

 

No podemos continuar llamando a este continente «América», pues su verdadero nombre es Abya Yala, así lo llamaban los Kuna. El nombre de América fue dado en honor al conquistador Américo Vespucio, quien arribó con Cristóbal Colón a estos territorios en el año 1492.

La historia debe corregir ese gran error. Igual forma sucede con el epíteto «Indio», el cual fue dado en la creencia de que Colón había llegado a Las Indias, cuando apenas pisaba tierra Abyayalanas. Entonces vale el esfuerzo hacer un llamado para utilizar la palabra «Aborigen» en lugar de «Indio». El término es el apropiado para los que estaban aquí y sus descendientes. Tales como los Tainos, Mapuches, Caribes, Muiscas o Chibchas. Tupies, Guaraníes y muchas otras etnias como los del Norte, los Piel Rojas, Apaches, Cherokee, Cheyenne, Sioux y Navajos. Ellos nada tenían que ver con los de la India en el pensamiento de Colón.

La historia debe ser revisada y corregir los errores de los que en determinado momento eran los ganadores. El epíteto «Indio» debe borrarse para el hombre del continente de Abya Yala.

Hay que volver a las escuelas para revisar la Historia escrita por el vencedor. Un ejemplo es el antiguo nombre que tenía este territorio, habitado por los Mocanáes, como era Kalamari y no Cartagena. Todo esto merece una explicación bien fundamentada. Abya Yala merece toda una explicación amplia.

Sobre los «Aborígenes» es necesario retomar este epíteto y tratar de anular el de «Indio». Producto de una equivocación de Cristóbal Colón, quien creyó que había llegado a «Las Indias».

Por lo tanto, resulta inapropiado el nombre Cartagena de Indias. En su lugar, sería más preciso denominarla Cartagena del Caribe.

miércoles, 21 de mayo de 2025

Día de la Afracolombianidad

 

EL CHAMBACÚ DE MANUEL ZAPATA OLIVELLA

 

Por Juan Vicente Gutiérrez Magallanes

 


Manuel entraba por el Puente de Madera y caminaba con paso firme, atravesando la Loma de Vidrio hasta llegar al Callejón del Esfuerzo, donde residía su abuela Ángela Vásquez. Allí, entre historias y anécdotas, conocía el latir del barrio.

Ahora que se habla del Nuevo Chambacú, es necesario exigir que, en una plazuela, se erija la efigie o estatua de Manuel, rodeada por los nombres y apodos de los boxeadores que habitaron ese lugar: El Paye Atómico, Kid Lemos, Dinamita Pum (Rodríguez), Gabino, Kid Hielo (Simanca), José del Carmen Aguilar (Cara Maluca), El Chino Gómez, Fortunato Grey, Carmelo Prada, El Pelúo Arnedo, Humberto Marimón, Joaquín Marimón, Ningunillo Muñoz, Kid Pérez, Bernardo Caraballo, Pedro Vanegas, Humberto Caraballo, El Pata Palo, El Poté, Antonio Cervantes (Kid Pambelé), Chico González, Orlando Pineda, Heliodoro Pitalúa, Milton Méndez, Raúl Miranda (El Yau), El Baba Jiménez, Julio Peñalver, Juan Rodríguez (El Puerco), El Longo Rodríguez, David Baldiris, Carlos J. Osorio, Horacio Pérez, El Papi De Ávila (Orozú), Roberto Suárez, El Volcán Mejía, El Chuzo Vásquez, Peje Puerco Gómez, José Vásquez, El Bola Donado, Pérez Ayarza y El Cabeza Morales.

Todos estos personajes usaron sus puños para arrancarle pedazos de paz a la vida. Y, como ironía del destino, con un dejo de ficción, Manuel Zapata Olivella, en cierto momento de su recorrido por el continente americano, subió al ring con el nombre de «Kid Chambacú».

Manuel Zapata Olivella fue médico, antropólogo y escritor, reconocido como uno de los más destacados afrocolombianos a nivel mundial y homenajeado por diversas universidades. Es justo y merecido honrar su legado en el Día de la Afrocolombianidad, celebrado cada 21 de mayo conforme a la Ley 725 de 2001 del Congreso de la República de Colombia.

Esta fecha tiene fundamento en la Ley del 21 de mayo de 1851, cuando, bajo el gobierno de José Hilario López, se decretó la abolición de la esclavitud.

Hoy, en Cartagena de Indias, la demanda de una estatua en honor a Manuel Zapata Olivella es un acto de justicia histórica.








lunes, 7 de abril de 2025

Una Melodía Olvidada

EGIPSIPA Y SUS CINCO PERROS

 

Por Juan Vicente Gutiérrez Magallanes

 


Mujer dispuesta para entablar cualquier disputa. No conocía el miedo, como bien lo exponía a voz en cuello al abrir sus puertas para dar los buenos días y las gracias a Dios. Los enfrentamientos partidistas la habían sacado del pueblo. Buscó tierra más provisoria, miró hacia Cartagena, donde residían algunos paisanos, los cuales se ganaban la vida en los quehaceres del Mercado de Getsemaní. Pero a pesar de aquel paisanaje, no era mujer de buena relación con sus coterráneos.

Egipsipa, nombre de la dama, había criado cinco cachorros de una perra negra que tenía en el pueblo y no pudo traerla consigo por estar enferma. Tuvo que dejarla donde un familiar.

Aquellos cinco perritos tenían los nombres más dicientes y correspondientes con el temperamento de su dueña: “Mira tu Vida”. “Deja que digan”. “No te Metas”. “Vuela más que el viento” y “Ve tu vida”.

Llamaba a sus perros de acuerdo con el momento de la relación que mantenía con cualquiera de sus vecinos. Lo hacía tarareando una especie de canción olvidada, ya que ella hacía una especie de introducción explicativa de la melodía.

“Mira tu vida”, que yo no me meto con nadie
“Deja que digan” que eso no me enflaquece
“No te metas”, que no estoy sola en casa
“Vuela más que el viento”, avísale a mi gente
“Ve tu vida”, que estamos en peligro.
Yo no miro la vida de los demás, soy una mujer respetuosa,

Que así como me dan las cosas, no te doy respuesta a pocas cosas.

Egipsipa dormía pocas horas, y la ventana que tenía al lado de su puerta permanecía abierta. Casi nunca se cerraba. Consideraba la ventana como el ojo del cielo que le permitía mirar los acontecimientos del barrio. El complemento a las actividades que realizaban sus cinco cachorros.

Los nombres de aquellos animales tenían su explicación en los acontecimientos de su vivencia: “Mira tu Vida” era una especie de axioma que podía aplicarse al comportamiento de los seres humanos. Al accionar de los hombres que debían ser cuidadosos con su forma de actuar.

Muy a pesar de aquellos nombres, había en la mujer una preocupación constante por la paz. Tanto fue la idea que en las noches reunía a sus canes para darles lecciones de buen comportamiento a quienes se preocupaban por mantener lo cordial en el barrio. Y esto se vio reflejado cuando “Vuela Más que el Viento” buscó la forma de organizar una “Asociación de Canes por la Paz Mundial”. De modo que viajaron como polizontes hasta llegar a Suiza, y, desde aquel país, iniciaron un pregón en que citaban a los presidentes de las potencias mundiales. Los exhortaban al cese de las guerras que estaban afectando a la Humanidad.

Una vez más los Canes se mostraron como “Anibien” y no como “Animal”.

Los perros de Egipsipa dieron motivo para crear una historia. Recogida por el poeta chambaculero que recorría las calles del Centro de Cartagena, narrando su poesía aprendida en la escuela de la “Seño” Carmen.


viernes, 28 de marzo de 2025

Alejandro Zabaleta

RÉQUIEM PARA UN CHAMBACULERO ILUSTRE

 

Por Juan Vicente Gutiérrez Magallanes

 



Alejandro Zabaleta Correa era un gran amigo, miraba al mundo como una gran urbe donde todos debíamos participar de los bienes de una Naturaleza y Sociedad conformada por los humanos que debe ser participativa.

Recorrimos los terrenos pantanosos del extenso Chambacú. Teníamos como meta hacernos profesionales. Cuando iniciamos la adolescencia, hicimos parte de La Juventud Obrera Católica, teníamos como asesor al padre Pedro Salazar. Allí, en el Edificio San Francisco, nos reuníamos todos los sábados y comentábamos los Evangelios.

Éramos unos adolescentes con mucho entusiasmo. Alejandro “prestó su certificado de Quinto de Primaria para cambiarle el nombre y ponerle el de un compañero, hoy también convertido en otro ilustre, pues era un autodidacta que quería estudiar, lo cual se hizo realidad”. Aquella acción del compañero Alejandro fue una de las primeras obras donde se mostraba el ser que estaría listo para dar lo que necesitaba un compañero.

Nos hicimos bachiller. Alejandro entró a la Nacional para estudiar Sociología. Se dedicó a estudiar El Capital de Carlos Marx, lo que le sirvió para ser llamado “Maestro”. Tuvo relación con el comunismo por sus servicios en la explicación y búsqueda de una sociedad más justa. Era la época del Padre Camilo Torres.

Terminó los estudios de Sociología y se volvió a la Costa–Barranquilla– donde impartió clases en varias universidades.

Seguía siendo una persona estudiosa, pero debía andar con cuidado, pues sentía que lo vigilaban por sus relaciones como activista durante sus estudios en la Nacional. En Barranquilla se relacionó profesionalmente con el sociólogo Orlando Fals Borda, quien lo invitó a hacerse Protestante-Presbiteriano. Estaba casado con Edith Zambrano Abello. Él aceptó su nuevo estatus como Protestante, lo cual le permitía seguir brindando claridad a los hombres. Cambió el Capital por la Biblia.

Viajó a México donde fue acogido como docente de Humanidades. Como su vida en Barranquilla había corrido peligro, aceptó de inmediato el exilio. En México, como Presbiteriano, se dedicó a explicar la Biblia como lo había hecho cuando era miembro de la Juventud Obrera Católica. La comunidad mexicana, viendo la formación de Alejandro, lo nombró Pastor Presbiteriano, siempre caminó en la búsqueda de la justicia, allí su compromiso apostólico fue aceptado por el bien que siempre buscó para sus semejantes.

Alejandro, siempre recordado por sus amigos, fue un ilustre Maestro.

Descansa en paz, amigo.

           


 


viernes, 21 de marzo de 2025

Heriberto Tenía Buena Voz

TRASCENDENCIA DE LOS GENES
EN LA DESCENDENCIA CUADRADO


Por Juan Vicente Gutiérrez Magallanes

 


En un pueblo cercano a la ciudad de Cartagena, nació un niño con cualidades especiales en cuanto al aprecio por la naturaleza, siempre atento al tratar de plasmar en la tierra lo que observaba a su alrededor.

Su madre se trasladó a Cartagena, donde el niño aprendió a leer y a buscar hacer algo para ayudar a la subsistencia de la familia; era el primero de otros hermanos.

Al cumplir los dieciséis años, se presentó para prestar el servicio militar, donde terminó de aprender a leer y a sentir cierta atracción por “tocar la guitarra”.

Al salir del ejército, encontró un trabajo en una sastrería, donde descubrió su afición por el diseño y se interesó con mucho afán, logrando aprender a diseñar, especialmente vestidos para señores.

En la fábrica fue ganándose el aprecio del sirio libanés dueño del establecimiento, quien lo impulsó para que instalara su propia sastrería. Heriberto, como era su nombre, perfeccionó el corte de los vestidos, lo cual le permitió ampliar la sastrería. No por esto se hubiese olvidado de su afición por la guitarra y el canto, actividad que acentuó con el encuentro de un colega sastre.

Podemos decir que reafirmó su vida bohemia, especialmente por las tardes de los viernes, sábados y parte de los domingos. Heriberto tenía buena voz, lo cual lo acompañaba en su vida de enamorado y serenatero.

Muy joven tuvo su primer hijo. Más tarde volvió a enamorarse y se casó. Ahora eran dos los herederos; se separa y vuelve a quedar soltero y cantarín en busca de otro amor.

Era un asiduo asistente al Club Libertad, un centro social de artesanos, donde buscaba alegrar sus ratos de descanso. En aquellos bailes conoció a una joven del Cabrero, a la cual le mostró su infinito amor, mostrándose como un amante de la música. Lo cual acompañaba con su voz colmada de boleros y pasillos. La joven quedó prendada y se prometieron unión por el resto de sus vidas, dejando impreso el tango “Lamparilla”. Magda, cuando lo recordaba, sentía los acordes de la guitarra de Heriberto en los latidos de su corazón.

Llegó el primer hijo y quedó asombrado por el parecido que encontraba en el niño con su persona. Le puso su nombre y trató de que fuera como él, lo cual no fue así, porque no fue bohemio, pero sí con las cualidades artísticas que aportaba en sus genes.

A los catorce años, el adolescente entró a la Escuela de Bellas Artes, donde se caracterizó por su perfección en el dibujo y la depurada calidad en el manejo del pincel. Allí quedaron asombrados y conceptuaron que debía ser mandado a Europa. Su hermana mayor Paulina, que trabajaba en la Secretaría de Educación, hizo los trámites para que se le concediera una beca por sus méritos y cualidades. Viajó a España, donde estuvo unos meses; más tarde emprendió viaje a Francia, trayecto que hizo solicitando autos top, hasta que encontró a alguien que lo recogió. Al entrar al auto, inició una canción, lo que hacía muy bien. Así iba cantando hasta cuando se cansó y terminó la melodía. El conductor del vehiculo, un poco desconcertado, le dijo que siguiera cantando, porque de lo contrario tendría que bajarse. Así que continuó tarareando la melodía. Llegó a Francia y el dinero de la beca solo llegó por unos pocos meses; luego se paralizó y él tuvo que buscar distintas formas de ganarse la vida, ya fuera haciendo parte de un grupo musical o pintando retratos.

Fueron pasando los días y los meses; allí en la Escuela de Arte se dio a conocer por la perfección de sus trazos en la pintura clásica y por el grupo de amigos que hacía una pintura en la búsqueda de sus raíces, y es cuando le hacen ver que su apellido Cogollo era más diciente que Cuadrado, lo cual lo induce a llamarse Cogollo.

Con el paso del tiempo se enamora y se une a Gentianne; tienen una hija llamada Lucy.

Pero como el interés de esta nota es mostrar la trascendencia de los genes. Su hija, fue atraída por el diseño de modas.

La mayoría de las hermanas de Cogollo tienen buena voz; de ellas hay una que, además de ser maestra, ha cantado con una orquesta, porque lo hace bien en la interpretación, además de pintar, como lo ha demostrado en varios cuadros trazados por la mujer. Además, tiene una hija que es mezzosoprano y egresada de la Javeriana y de la Universidad de Basilea en canto lírico. Dos de los otros hijos han mostrado manejar bien el pincel.

Es válido recordar a Érika; además de ser médica, se manifiesta a través del pincel.

Un sobrino de Cogollo, además de ser odontólogo, es músico y cantante de una gran orquesta que reside en la Isla de San Andrés, participante del Festival de Orquesta en Cartagena, marzo de 2025.

María, hermana de este cantante, lo hace bien con el dibujo.

Todas estas características o manifestaciones artísticas son mensajes que van impresos en los genes transmitidos por el sastre Heriberto.






martes, 11 de febrero de 2025

Narrativa Heroica

LA HIJA OBEDIENTE

Por Gustavo Pulgar

 


Eran los primeros años del siglo XX, y algunos pueblos y ciudades no poseían energía eléctrica. Los protagonistas de esta historia constituían una familia numerosa. Compuesta por los padres, la hija mayor que estaba llegando a los 15 años y sus otros hermanos. Los papás eran amorosos, honestos y responsables y trabajaban duro para poder sostener la casa. Él trabajaba en lo que le saliera por la calle, y la dama desde la madrugada, atendiendo la casa y a los hijos. La mayor era caprichosa y respondona. Quería que, para celebrar su quinceañero, que ya se acercaba, le hicieran una gran celebración, con baile, abundante comida y numerosos invitados. Los padres estaban cansados de explicarle que no tenían forma de darle gusto, y ella reaccionaba con una de sus tantas pataletas cuando no la complacían.

Estaban sentados a la puerta de la humilde vivienda, y tocaron otra vez el tema del cumpleaños, con la consabida rabieta de la muchacha, cuando, de alguna manera extraña, se unió a la conversación un forastero que, coincidentalmente, pasaba por allí, muy bien trajeado, de finos modales y con la apariencia de poseer una gran fortuna, quien dijo que los había escuchado discutir y que para él no sería problema correr con los gastos de la gran fiesta. Ellos estaban recelosos, porque no habían visto nunca al forastero, pero, ante la insistencia de la joven, accedieron a escucharlo. La única condición que puso el aventurero fue que el día del baile no podían estar presentes los niños. Y, claro, ellos aceptaron.

La fecha anhelada llegó y a los niños del vecindario los recogieron en una casa vecina. No obstante, algunos pícaros se las ingeniaron, sin que nadie los viera, y se escondieron debajo de la mesa, donde estaba servido el banquete. La mesa estaba cubierta con un elegante y grueso mantel que llegaba hasta el piso.

A la hora del baile se presentó el forastero. No hizo sino bailar y bailar con la cumplimentada. Transcurrieron los minutos, las horas, y, ya casi medianoche, los niños observaron que los zapatos del extranjero empezaban a reventarse. Le asomaron largas uñas; pelos salían de sus patas y la ropa se le iba abriendo ante la singular metamorfosis. Al tiempo, un largo rabo le iba asomando detrás del pantalón. Cuando los niños notaron esto, y la jovencita que bailaba con la bestia iba cayendo en una especie de sopor, comenzaron a gritar y a salir de debajo de la mesa:

—"¡Es el diablo! “¡Se quiere llevar a mi hermanaaaaa!”

Satanás, acto seguido, se esfumó, dejando un olor a azufre en el ambiente y a la gente temblando de miedo.

La presente anécdota fue una gran lección para la joven. Nunca más volvió a ser altanera ni caprichosa y se constituyó en una hija obediente.







miércoles, 5 de febrero de 2025

A mi que no me inviten

                         El CONVITE DE LA LOMA    

                   

                      Por Gustavo Pulgar


                                                                                                    

Me dicen que hay un convite

En la Loma del Diamante

Por motivos importantes

Espero que no me inviten

Y aunque a mi me necesiten

Debo decirles «No Puedo»

Ni aunque me pasen dinero

A eso no quiero asistir

Pues no quiero sucumbir

Dentro de ese gallinero

 

«Apá» dijo que hay ladrones

Que fuman su marihuana

La vecina Chabacana

Le mentó hasta los cojones

Que si tiene los calzones

Diga quién es el bandido

Porque ella tiene entendido

Que está hablando mal del barrio

Que si mueve ese cutarro

Es él el que está jodido.

 

Lucho «El Trapo» también dijo

Hay que usar un lanzallamas

Para quemar con su flama

A cualquier perro canijo

Asegura que eso es fijo

Va a quemarles todo el cuero

Pero un peo y un yesquero

Será así su lanzallamas

Pues Lucho tiene la fama

Que está limpio y sin dinero

 

El Gregorio está tentado

A ir al baile sin camisa

Porque él tiene la premisa

De que nunca le han gustado

Carlitos, «Toro Sentado»

Lo acolita en una esquina

Porque teme a la vecina

Que ha invitado a la reunión

Y como perro socarrón

Por detrás solo es que opina.

 

Hablan mucho y hacen poco

Por eso es que allá no voy

Porque para eso no estoy

Aunque me rompan el coco

Yo prefiero hacerme el loco

A tamaña invitación

Pues no tengo la intención

De entrar en el gallinero

Y les dejaré el polvero

Si acaso me solicitan

Porque nadie necesita

Meterse en un culebrero.

 

                                      

miércoles, 15 de enero de 2025

De Haroldo Calvo Stevenson

CARPINTERÍAS, ENSAYOS Y TEXTOS DE OPINIÓN 

 

Por Juan Vicente Gutiérrez  Magallanes

 

Con la máxima admiración deseo hacer un breve comentario, de esta obra de un cartagenero. En ella, a través de sus artículos nos va mostrando aspectos muy importantes sobre Cartagena, Colombia y el Mundo, textos que contribuyen a mejorar el comportamiento del cartagenero, ya que con ellos podemos aprender, cómo hacer de la ciudad una urbe mejor conservada. Este libro debe ser leído por todos los cartageneros, además que les sirve para mirar mejor la ciudad y hacerla mejor con nuestro comportamiento, nos muestra cómo es tan importante el estudio de las humanidades. El Doctor Haroldo, escribe como buen Maestro, que sabe relacionar las Humanidades con las Ciencias Económicas.

Su grandeza como escritor se pone de presente, cuando analiza el pensamiento del expresidente Obama, resaltando el valor humanístico de este intelectual, y cómo es capaz de analizar la irracionalidad del presidente electo de los Estados Unidos Donal Trump y mostrar la impostura de este personaje. El Doctor Haroldo, posee la humildad del hombre sabio, cuando es capaz de reconocer, cómo puede aprender de otros seres. Muy simpático el análisis que hace del ausente Jorge García Usta.

El libro Carpinterías, Ensayos y Textos de Opinión es la obra de un gran Ebanista de las Ciencias Económicas y las Humanidades. Ojalá este texto sea leído por nuestros maestros y a través de él analicen por qué somos como somos.

El libro Carpinterías, Ensayos y Textos de Opinión se puede complementar con la lectura del libro de Alfonso Múnera: “Cartagena, Una ciudad Abierta al Mundo”

 

lunes, 16 de diciembre de 2024

Reconocimiento

UNA ESTATUA PARA MANUEL ZAPATA OLIVELLA*

 

Por Juan Vicente Gutiérrez Magallanes

 


No podemos dejar de insistir sobre la necesidad de erigirle una estatua a Manuel. Este gran escritor, médico y antropólogo, en vida fue un permanente defensor de la etnia negra y de la originaria en este continente de ABYAYALA ( AMÉRICA). Recorrió ampliamente todo el sector de Chambacú, allí donde residía su Abuela Ángela Vásquez, a donde iba para recoger las vivencias del barrio y luego escribir su novela: “Chambacú Corral de Negros”.

Manuel zapata Olivella como escritor y antropólogo tiene el reconocimiento del mundo intelectual, por tanto no es posible que en Cartagena no esté una estatua de este gran escritor.

El sueño de Manuel era que en Chambacú se construyera el Parque de las Américas, donde estuvieran las efigies de hombres como Benkos Bioho, y otros luchadores por los Derechos Humanos.

Hoy, es lamentable que en el Parque del Espíritu del Manglar no esté su estatua, mientras encontramos infinidades de otras efigies.

Manuel Zapata Olivella, venido a Cartagena con su familia a la edad de seis años, al barrio de Getsemaní, donde su padre Antonio María, un maestro perteneciente al Pensamiento de la Ilustración. Impartió a sus hijos una formación de hombres libres, para el servicio de Colombia y del mundo como bien lo hizo Manuel.

No me cansaré hasta no ver una efigie de Manuel Zapata Olivella en Cartagena.

*Manuel Zapata Olivella
(Lorica, Córdoba, Colombia, 17 de marzo de 1920- Bogotá 19 de noviembre de 2004)

Fue un médico, antropologo y escritor colombiano. Es considerado uno de los más importantes representantes de la cultura afrocolombiana por su trabajo por divulgarla, registrarla y preservarla en forma de literatura, investigaciones sociales, artículos de prensa, eventos académicos, programas de televisión y radio. Publicó ocho novelas, tres relatos de viajes, una autobiografía, y cientos de ensayos, artículos, crónicas y reseñas en periódicos, revistas y publicaciones académicas. ​ Es especialmente reconocido por obras literarias como "Changó, el gran putas", "Chambacú, corral de negros" y "En Chimá, nace un santo".




 

 

jueves, 28 de noviembre de 2024

In memoriam

 AQUILES, EL CARPINTERO DE TORICES

 

Por El Tato Pulgar

 


En las vacaciones de octubre del año antepasado, aun lo encontré vivo. Me decían que a diario salía a caminar; un poco torcido, eso sí, por sus ya 98 años, pero que conservaba la mente lúcida, y la lengua rápida y aguda como siempre...

En medio de la conversación familiar, vino a colación el nombre de Aquiles, el viejo carpintero, muy conocido en todo Torices. Con no más de 1.50 de estatura y unos 45 kilos de peso, parecía que cuando se subía a reparar los techos de las casas, cualquier brisa podía elevarlo como "Pandonguita"* al viento. Nunca se casó, porque decía tener tanta energía que ninguna mujer lo aguantaría.

Lo de andar torcido a sus 98 años nos lo contó Mamá Bruny. Yo le dije:

—¿Y todavía está vivo?

—Bueno, sí. Quedó torcido, pero del codazo que se "chupó" de parte tuya en la iglesia. Ja, ja, ja—manifestó Mamá Bruny

Aclaro el asunto: En cierta ocasión, en el sepelio de la profesora Elsa Pernett, que se llevó a cabo en la Iglesia de Torices (nuestro barrio), mi mamá que quería acercarse al féretro, fue abriéndose camino entre la gente a punta de brazadas, le ha conectado entonces un codazo entre cuello y quijada al pobre Aquiles, quien cayó como Tyson en su último combate. Y aunque Aquiles nunca supo quién le conectó el gancho de izquierda a la mandíbula, nosotros en la familia sí lo sabíamos.

Mi hermana María por su parte dijo: "Y para complementar el cuento del gancho de izquierda que recibió Aquiles en la yugular, reitero que no bastando con el semejante golpe que lo dejó viendo pajaritos, ella misma (Mi mamá Bruny) lo levantó por la parte de atrás del cuello de la camisa, como quien maneja una marioneta. Ja, ja, ja".

El año antepasado estábamos contando los cuentos de nuestros barrios, cuando se apareció el mismísimo Aquiles, el carpintero.

Mi hermana María, dijo:

—Y hablando del rey de Roma y ahí mismo que se asoma. Acaba de llegar Aquiles a la puerta a preguntar por Mamá Bruny.

Entonces me dice que ya estoy canosa. Y él, que tiene las cejas como papá Noel ¿Qué va a decir?

Aquiles, el que le puso de "remoquete" a Carmelo, su joven ayudante de carpintería: "Capullo". En honor al éxito musical del gran Johnny Ventura de hace 4 décadas. Sí, Aquiles, el mismo que andaba todo Torices a pie, saludando a los vecinos de toda la vida por su nombre, interesándose por ellos, con sincero afecto…

Recuerdo que mi abuela Magdalena lo mandaba a buscar cuando le caía comején a alguna viga de la casa, a un marco de la ventana. O simplemente para reemplazar un listón del techo.

Hasta que, en las últimas vacaciones de hace un año, ya no estuvo.

Llegué a la vieja casa de Torices y me contaron, que Aquiles, el carpintero, murió a sus 99 años, sin dejarle a este mundo ninguna clase de descendencia, pero, en cambio, dejando un profundo y cariñoso recuerdo entre nosotros”.

*Pequeña cometa o barrilete
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