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domingo, 31 de marzo de 2013

La Calvaria Polémica

«NO», A LA ESTATUA DE
DON PEDRO DE HEREDIA
«Y oro habíalo, tanto fue así, entre, 1492 y 1519, veinte toneladas del rico
                           Se embarcaron para la metrópolis». Rafael Abella.(1)
Por Juan V Gutiérrez Magallanes

Siempre que visitamos nuestros monumentos y estatuas, pensamos en la representación de la nobleza de aquellas obras, ellas nos ayudan en la educación de nuestros niños, porque plasman la memoria de nuestra historia. 
Cuando están erigidas a personajes, señalan el ideal de todas las generaciones de un pueblo. ¿Será que la estatua de don Pedro de Heredia encarna el ideal de nuestra juventud? 
Eduardo Lemaitre (2), nos lo da a conocer: «el cronista Juan de Castellano nos relata en verso,  del modo siguiente: /Hombre tan animoso y atrevido /  /Que jamás se halló volver la frente/ /A peligroso trance do se vido / /Saliendo dellos honorosamente/; / Mas rodeándolo seis hombres buenos,/ Dalió dellos, las narices menos/». 
Don Pedro de Heredia, con fama de pendenciero, en contradicción con la nobleza que fácilmente se le otorga. En una de las tantas reyertas que tuvo perdió parte de la nariz, mas como no era hombre de conciliar ante el agravio, buscó la venganza y dio muerte a tres de los atacantes, en ese momento se convirtió en homicida , y por consiguiente debía responder al llamado de la justicia , mas no hace caso al llamado de las leyes españolas y emprende las de «Villadiego», se fuga de España y se embarca para la noble y vejada  (ABIAYALA) América, llegando a Santo Domingo, donde a través de la explotación de los nativos, se hace a un ingenio de azúcar, en aquel paraíso tropical, inicio de República Frutera, lava sus culpas y adquiere mucho dinero, lo que le permite volver a España para comprar la limpieza de su expediente con el oro extraído de la sangre de  ABIAYALA (América).

Se olvidaron sus culpas  y alcanzó las venias del Emperador.

Libre de toda culpa por el oro,  se le encarga de descubrimientos, conquistas y hasta «fundación» en la ABIAYALA (América) de los aborígenes.

Encamina su andanza hacia América (ABIAYALA) acompañado de «hombres de pelea».
Antes de partir, es atrasado por tener que atender un juicio de alimento, planteado por su esposa doña Constanza. (Razón, ésta para hoy día suprimirle el cargo a un edil). 
Y siguen más razones para bajarlo de la Plaza del Esclavo, hoy de Aduana, tal como se muestra en el texto ATADECONEX, en Breve Reseña Histórica de la Isla de Tierra Bomba: «Don Pedro de Heredia al chocar con el Cacique Cárex, quien se negó al sometimiento extranjero. En esa escaramuza, Heredia perdió 10 y 12 de sus hombres. Finalmente al no poder someter a los aborígenes, primeros habitantes de la isla, se lanzó en una arremetida cruel contra ellos, exterminándolos brutalmente casi en su totalidad, mucho de los sobrevivientes prefirieron salir de la isla, se convirtieron en desplazados por el invasor, antes de ser sometidos a vejámenes». 
Nada justifica la presencia de don Pedro de Heredia, en esa Plaza, ayer llamada  del Juez, hoy de la Aduana. Veamos lo que nos dice Don Nicolás Del Castillo Mathieu, en su libro: Descubrimiento y Conquista de Colombia-1500-1550, en la página 82: »Los oficiales reales se enfrentan abiertamente a Heredia, sindicándolo de mañoso, altanero y codicioso; de vender caballos y negros a excesivos precios; de quedarse sólo con sus esclavos (bajo la presión del látigo), abriendo y saqueando sepulturas en el Sinú y de ejercer desmedida influencia en el cabildo.

El Obispo acusa a Heredia de crueldad hacia los nativos, ahorcando indios e indias y haciéndolos esclavos para venderlos en Santo Domingo». 
En ese mismo libro Don Nicolás, manifiesta: «El gobernador Pedro de Heredia ha hecho y hace muchos agravios e injusticias...»...«Porque dicen que de las sepulturas del Zenú ha sacado más de doscientos mil pesos. «Pedro esquilmaba el erario» . 
Era tanta la corrupción de Pedro, que no conmovía, ni a sus parientes, ya que «Juan de Vadillo, juez de residencia y primo del desnarigado Pedro, es enviado por el rey, para ponerlo preso y encadenarlo por ladrón». 
Parece que se hubiese difundido un «gen» de la corrupción, a partir de Heredia.
Las fechorías de Pedro, son tan descollantes, que  William Ospina, lo cita con vehemencia y santa ira, en su novela histórica URSÚA: «Pedro era profanador, asaltador y engañador de indios y compañeros suyos. Siempre estuvo preparado para desenterrar cuanta tumba encontrase, ya fuera de los Zenúes o cualquier otra. 
Entonces, yo me pregunto: ¿Por qué debemos seguir bajo la égida de don Pedro, El Esquilmador? La estatua de don Pedro de Heredia debe ser removida. En aras de hacerle justicia a nuestros antepasados, la efigie debe buscar un destino más acorde con sus andanzas pasadas. 
¿Cómo podremos liberarnos de los aires descompuestos del pasado, que emanan de la estatua de don Pedro de Heredia?

Las organizaciones gubernamentales, que velan por la Ética, deben liberarnos de ese símbolo de la argucia y maledicencia. 
         
Juan V Gutiérrez Magallanes         
Invito a los historiadores y sociólogos cartageneros, elevar un memorial para permutar o cambiar a la estatua de don Pedro de Heredia por una alegoría en honor a Pedro Romero, Manuel Zapata Olivella, Daniel Lemaitre, Jorge Artel, Luis Carlos López, Benkos Biohó y otros ilustres por su servicios a la Patria. 
Todo sea por el bien de la educación de nuestros niños, fundamentada en la límpida verdad  y sólo la verdad. 
Bibliografía: 1) Memoria de la Historia: «Los Piratas del Nuevo Mundo». Rafael Abella, editorial Planeta De Agostino, S. A. 1989.
2) Historia General de Cartagena. Descubrimiento y Conquista. Eduardo Lemaitre. El Áncora Editores. I Tomo, pág. 71,72.

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