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miércoles, 10 de febrero de 2016

PROLEGOMENOS PARA UN ESTUDIO
DE LA CIENCIA FICCIÓN
Por Antonio Mora Vélez*
La ciencia ficción es una modalidad literaria caracterizadamente moderna. En contra de quienes buscan sus orígenes en la Grecia de los filósofos o en el Renacimiento, estamos por la tesis de que la CF no pudo empezar a existir sino «cuando al ser humano le resultó concebible un futuro diferente», esto es, cuando las ciencias demostraron que las historias humanas y natural son parte de un mismo proceso y que la materia de que se compone el cosmos observable es la misma que tenemos en La Tierra y que las leyes de ese cosmos también rigen en nuestra parcela.
Antes de Newton y de sus predecesores inmediatos tal cosa era inconcebible. Por esto Scholes y Rabkin estiman que la CF es hija directa de la ciencia moderna y Evgueni Brandis afirma que es la literatura que se corresponde con el pensamiento científico de la época. 
La ciencia es fundamental para el entendimiento de esta forma literaria pero no la define totalmente. Hubo un tiempo en que la CF cumplía un papel de popularización de las ciencias y también hubo la época en que el dato científico del relato debía corresponder a la tendencia del desarrollo de las ciencias particulares. De tales enfoques se desprenden concepciones como la de Michel Buttor, para quien la CF es …«…la literatura que explora el campo de lo posible tal y como la ciencia nos permite vislumbrarlo». 
Pero en la actualidad se imponen nuevos criterios, menos restrictivos, más partidarios de la imaginación, vale decir, de la libertad fantaseadora del hombre. Iván Efremov dice: «La esencia de la CF contemporánea no consiste en la popularización de la ciencia sino en resaltar su influencia social y psicológica». Y los tratadistas norteamericanos arriba citados sostienen que «La CF, aunque trate aparentemente de la ciencia, en realidad tan solo se sirve de ella—con rigor o sin él—para alcanzar su objetivo fundamental que es explorar la vida y el espíritu del hombre». 
Tales criterios han producido teorías diferentes en el análisis de esta apasionante modalidad estética. Umberto Eco es el autor de una de ellas. Sostiene que la CF es la narrativa de la conjetura porque «se ofrece a sí misma como un juego narrativo, jugando con la esencia misma de toda la ciencia: su conjeturalidad». Para este autor, como para muchos otros, lo que define a la CF no es la utilización de tal o cual teoría real o seudocientífica, ni la visión profética del futuro, sino la utilización del método propio de las ciencias: la conjetura. 
Solo que para U. Eco. la CF procede en sentido inverso. La ciencia explica un resultado real mediante una ley posible (conjetura) y luego demuestra o descarta ésta. En cambio la CF imagina un resultado y lo funda en una ley real o imaginaria. Esos criterios han producido también una orientación de la CF hacia el humanismo, bien reflejando las esperanzas de la humanidad (utopías) o previniendo a la misma de los peligros que la amenazan (distopías). 
En opinión de Eremei Parnov «los problemas morales de la ciencia han alcanzado agudeza sin parangón». Por esto es más importante escribir sobre el impacto social de un nuevo descubrimiento que sobre el aspecto científico del mismo. 
Los nuevos vientos de la CF resaltan el papel de la imaginación y de la verosimilitud literaria en su contexto. La imaginación—según Jean Gateggno—impide que la CF se convierta en un ensayo de crítica social, de moral y ciencia. Y la verosimilitud, entendida en los términos de Roland Barthés, corresponde «a lo que el público cree posible y que puede ser en todo diferente de lo real histórico o de lo posible científico». 
Así las cosas, se tiende a borrar las diferencias entre la literatura de CF y la fantástica. Tradicionalmente se ha considerado que un relato fantástico es aquel en el que sus situaciones, el mundo que describe, es estructuralmente distinto del real y no puede llegar a ser real. «Aceptamos lo incomprensible en el género fantástico, exigimos racionalismo en la ciencia-ficción», dice Gateggno. Hoy, en cambio, varios autores y teóricos sostienen que con la ciencia ficción empiezan a borrarse las diferencias entre las literaturas realista y fantástica, tal vez porque la ciencia es más fantástica que la mejor de las fantasías antiguas. 
Es una especie de vuelta al mundo de partida; a los tiempos del mito, en donde realidad y fantasía convivían integradas. Y no parece casual. Por algo para el ya citado Michel Buttor, la CF «representa la forma normal de la mitología de nuestra época». Y por algo uno de los temas predilectos de los escritores de CF es la mitología (real o inventada). 
Estas definiciones permiten catalogar a la ciencia ficción como la literatura en que se expresa la imaginación contemporánea. Una literatura de libertad que ha archivado las viejas denominaciones de realismo y fantasía y que demuestra—al tenor de Umberto Eco—«que la dinámica de la invención es semejante en muchos rasgos en las artes y en las ciencias…ella, la CF, es el punto donde el arte se encuentra con la ciencia y muestra de la manera más clara la estrecha relación que existe entre ambas». 
         
       Antonio Mora Vélez, Escritor
Si esto es así, en el año tres mil—como afirma optimista Óscar Hurtado—«la literatura realista de esa época será, para nosotros, de ciencia ficción». Lo que equivale a decir con Iván Efremov, el autor de «La Nebulosa de Andrómeda», que la ciencia ficción desaparecerá como género para reaparecer en el torrente único de la gran literatura». 

Bibliografía: 

Scholes Robert/ Rabkin Eric, «La Ciencia Ficción, historia, ciencia, perspectiva». Edit. Taurus. 1982
Buttor Michel, La Crisis de Desarrollo de la CF. 1953;
Eco Umberto. La CF y el arte de la conjetura, intermedio No.575
Gattegno Jean, La Ciencia Ficción, Edit. Panel, 1978
Hurtado Óscar, Introducción a la Ciencia Ficción, Edit. González Arias. 1971
Revistas Literatura Soviética Número 403 y 428, dedicados a la CF
Barthés Roland, Crítica y verdad, Edit. Siglo XXI, 1976
Montería, noviembre 23 de 1985
*Revista El Tunel

  

     

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